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Desposeer a la sumisa de su capacidad de decisión y de movimiento es cuanto menos ridículo y cuanto más una temeridad. Hacer esto, dispone por tanto de la incapacidad del dominante por controlar de forma racional no solo sus decisiones, sino sus actos hacia la sumisa. Ésta, obedecerá, ya sea por desconocimiento o por miedo, pero nunca por la certeza de que lo que está haciendo es lo correcto. Algunos, muchos, juegan a este peligroso juego de Capitán General de las Tropas Sumisas simplemente para satisfacer las ansias de control y poder que de otra manera difícilmente podrían.

No es una separación de la vida cotidiana y la vida dominante. Es cierto que es complicado de conjugar y que a veces resulta imposible, pero este lado dominante no puede ser el reflejo de lo constreñido que supone la vida diaria. El dominante lo es en ambos entornos. Lógicamente en el primero no puede disponer libremente de sus necesidades, pero una sumisa vislumbrará al verdadero dominante incluso en los quehaceres más livianos y simplistas. Un dominante no se verá forzado a serlo, porque ya lo es. De la misma manera que la sumisa es sumisa, teniendo a quien someterse o no.  De esta manera, entramos en un asunto que no es baladí. El hecho de que actualmente un dominante tenga que estar constantemente haciendo alarde y demostración de lo dominante que es, nos hace pensar que sin duda, algo está fallando. Lo primero, está claro. El dominante que necesite hacer eso, no lo es.

No hay duda de eso aunque ellos mismos intentarán argumentar de todas las maneras habidas y por haber que simplemente hacen lo que tienen que hacer. A eso se le llama mear para marcar territorio. Y sí, los animales lo hacen, para demostrar su poder y fortaleza, para demostrar su superioridad ante otros machos. Pero lo cierto es que todos los machos lo hacen, tengan el poder o no.  Hay que aclarar que un dominante no tiene porqué luchar contra otro dominante a no ser que se quiera ganar el favor de las sumisas. Un dominante verdadero se apartará no por miedo a la lucha dialéctica (doy por hecho que la violencia física no tiene cabida ya en este tipo de discusiones) sino porque entiende que si la sumisa es verdadera, simplemente sabrá diferenciar quién es quién.  Ahora, ¿todas las sumisas son capaces de esto? ¿De alguna manera existe una contaminación cultural que nos indique que estas sumisas en realidad no tienen idea de lo que realmente están buscando? Pues como la respuesta puede resultar muy ambigua, deberíamos empezar a matizar algunas cosas.

La sumisa de manual.

 

Wednesday

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