Sombra aquí y sombra allá, maquíllate, maquíllate. Las cosas curiosas que hacen coincidir un grupo mierdero como Mecano, capaz de vender millones de discos con este nuevo movimiento new age de la dominación y la sumisión. Cada vez estoy más convencido de que aunque mis críticas son cada vez más furibundas porque me voy poniendo de más mala leche cuando escribo, esta nueva tendencia se convertirá en costumbre y se impondrá porque al final será un valor de consumo. Una necesidad para muchos y muchas. La necesidad de que ellas se entreguen sin conocimiento y ellos les hostien sin compasión. Y luego, cada uno a su casa, a seguir con sus cosas de la vida cotidiana, de llevar a los nenes al colegio, de trabajar en la oficina, de hacerse pajas en la ducha y de ver el fútbol en alta definición.

Y si cada vez estoy más convencido es porque cada día se debilita lo que para muchos es algo esencial en sus vidas y en su desarrollo como individuos. La sensación de someterse porque te hace feliz y de dominar porque das de ti lo que más desea otra persona. Te completa, te engrandece y te llena. No hacen falta preguntas, lo sabes. No hace falta que haya nada más que su guía, su mano firme, su templanza, su fortaleza y a cambio la entrega, con absoluto rigor. Y puedo decir que ambas, depende del lado de la cama en el que estés, te fortalecen de una manera que jamás una canción de Mecano podrá hacer, estés en Hawái o en Bombay. El paraíso no está en internet, los lazos de unión no están en un mundo electrónico que utilizamos para acercar nuestros cuerpos y desatar nuestras fantasías y nuestros sueños más oscuros y perversos. Ahí, definitivamente no está.

Entonces, y dándonos cuenta de todo esto, ¿cuál es la respuesta a la misma pregunta? Solo hay una. Cuando le encuentres, aférrate a su mano, aprieta con deseo, y el tiempo te la dará. Cuando te quieras dar cuenta verás que el dominante que buscabas te encontró y la sumisa que eres fue encontrada y todo tendrá sentido. Mientras tanto, diviértete y ríete en la puta cara de todos los que se hacen llamar amos, porque ninguno, tiene ni puta idea de lo que eres ni de lo que son.

Luego vendrá el salto cuántico.