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El Renacimiento era molón, el cultural claro, el social era un puto asco. Surgieron cosas estupendas en la literatura, la escultura, la pintura y la arquitectura. Pensadores y filósofos además de las Tortugas Ninja. Conceptos como el antropocentrismo, las guirnaldas, el gótico que luego resurgió a finales de los 90 con una pléyade de tarados depresivos y que muchos están en el BDSM, como si fuese algo triste, el Quattroccento y Cinquecento. Pero el que mola cantidá es el famoso Carpe Diem que ya Horacio utilizaba es sus pajas mentales. Aprovecha el momento nena.

Como decía, el Renacimiento era molón, imaginando a Leonardo da Vinci, no el del antifaz azul, haciendo bosquejos en los prados y bosquecillos de Florencia o a Miguel Angel sentado en su estudio observando el bloque de marmol con el que luego haría una tontería llamada el David, como si fuese catalán. A Cervantes perdiendo la mano por ponerla en el fuego, al Greco antes de Tsipras y del rescate, a Shakespeare escribiendo debajo del balcón en Verona  y todo ello creando en un futuro lejano una Utopía que Tomás Moro no llegó a imaginar.

Ahora vamos de guays y en esto de los Doms y las sumis ni os cuento. Ellas viven el momento, ese Carpe Diem que no tiene nada que ver con lo que nosotros entendemos de vivir el momento. Porque no es el momento y cada momento, cada segundo de cada minuto de cada hora del día. No es el Carpe Diem que algunos se tatuan como si fuesen transgresores de la sociedad mientas empuñan el Iphone como arma propagandística al soltar alharacas rebeldes a través de las redes sociales. Horacio hubiese dejado la poesía y Guttemberg se hubiese prensado los dedos en su imprenta si supiesen que hoy el vive el momento es un estado de mercadotécnia del carajo. ¡Oh yeah, everybody!

Claro, que cada uno vive los momentos como le sale de la polla, donde va a parar, pero lo cierto es que así nos luce el pelo, encendido por estas miserables y constantes ganas de que nos saquen las castañas del fuego, de echarle la culpa a los demás, de sentirnos los pobrecitos porque nadie nos ayuda, nadie nos comprende pero en nuestra piel sentimos como hierve ese “Vive el momento” aunque no nos preparemos porque siempre habrá alguien que lo haga por nosotros, porque los demás son unos hijos de puta, porque, para qué estudiar si luego nadie me dará un trabajo, si en el trabajo que tengo me explotan, porque yo merezco mucho más y para eso me quedo en mi casa, o la de mis padres que suele ser lo más común. Donde todos son unos ladrones pero descargo by the face de internet todo lo que puedo, porque efectivamente los ricos son unos hijos de puta y Norteamérica es un estado imperialista y corrupto, grito enfundado en mis Nike y bebiendo Coca-Cola disfrutando de las series y los Oscar.

Que suerte tuvo Miguel Angel que solo tenía que observar el bloque de marmol para saber lo que tenía que hacer después. No quiero imaginar todos los putos días tuiteando “Aquí estoy observando una futura maravilla” o “Buenos dias princesas, ¿Café antes de trabajar?” o “Su piel será cincelada con mi dominación para crear una belleza perfecta”. Suerte tuvieron.

Carpe Diem

 

Wednesday

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