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Dunbar explicaba que nuestra forma de relacionarnos viene limitada por la cantidad de tiempo que dediquemos y por el esfuerzo mental que asociemos al mismo. Es difícil entrar en un círculo, pero sumamente fácil salir de él. Los principios básicos giran en la longitud de la circunferencia y cuando se aceptan, ésta se vuelve permeable. En ese círculo pueden convivir pensamientos contrarios, salvajes, violentos, silenciosos, principios sobre la honestidad y el engaño, mentiras y lágrimas. A fin de cuentas, son estas cosas las que nos hacen sociables y amantes pero sobre todo, potencialmente deseables. Cuanta más presión se haga desde fuera del círculo más fuerte y robusto se hace lo que hay dentro de él. Ahí es dónde está el amor, la amistad, el deseo y dónde nace el odio y el desprecio como equilibrio de lo anterior.

Toda esa vorágine convive, pelea, se rodea y se repele infinidad de veces haciendo que, con suerte, el círculo sea cada vez más fuerte y grande. Dumbar también explicó que es complicado tener más de 150 relaciones de las que 3 o 5 serán íntimas, algunas más buenas y el resto frecuentes. Dentro de ese círculo no es difícil que las buenas o frecuentes puedan convertirse en íntimas. Tan fácil como lo es que desaparezcan y salgan del círculo.

Llegó con el aliento partido, jadeando del esfuerzo por no perderse después de haber estado girando alrededor del círculo durante años. Pensó que era una diminuta luna como la que gira en el anillo G de Saturno, imperceptible, escondida y ausente. Atraída por el magnetismo de lo que había dentro pero no podía ver, sólo imaginaba lo que deseaba, esa atracción vibrante que le hacía tener una sonrisa permanente sin saber el motivo o cómo su cabeza iba desgajando uno a uno los recuerdos que estaban escondidos. A veces pensaba si estos eran más de ella o inducidos por aquello que el círculo proyectaba. Estaba en esos pensamientos cuando se vio dentro, en lo más profundo de aquella circunferencia que hasta hacía poco le parecía impenetrable.

Allí dentro vio los restos de las ruinas pasadas, de amores y amistades, de susurros y de figuras retorcidas que se habían convertido en humo y que ahora estaban fuera. Se veía el destello de algunos restos orbitando alrededor y los veía con lástima, sintiendo que hasta hace poco la situación era la inversa. Otros simplemente habían desaparecido, dispersos por ese vacío exterior, olvidados. Entendió entonces que el olvido no estaba dentro del círculo y que, aunque la violencia o el odio pudieran rozarla, era el olvido lo que podría temer de verdad. El olvido impide que vuelvas a entrar en el círculo porque éste te va a rechazar.

Wednesday

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