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Durante algún tiempo pensó que era caprichosa. Luego comprendió que lo único caprichoso son los recuerdos, esos que juegan con nuestra cordura y aparecen sin avisar en cualquier momento, interrumpiéndonos y enseñando nuestras vergüenzas, nuestros errores. No era caprichosa, era simplemente insegura. Como todo el mundo, vamos moldeando nuestra personalidad para salvaguardarnos de daños que no sabremos manejar. A veces encontramos gente que sencillamente va a tumba abierta con su vida como si de esa manera se auto convencieran de que es la única manera de vivirla con plenitud. Allá cada cual.

Entonces el recuerdo, como una viruta de humo se enroscaba en los sentidos. Olía bien, olía tan bien que aún recordaba el aroma de su perfume y le tensaba la espalda cuando, de cerca, alguien se lo recordaba. Se enroscaba la viruta en su oído mientras le susurraba probablemente cosas que jamás dijo y que le gustaría poder volver a escuchar. Se escondía en el paladar, donde la impronta de la saliva dejó huella indeleble en aquellos momentos en los que se creaban columnas líquidas que iban de labio a labio, de lengua a lengua. Se aferraba a los dedos como aquellos lo hacían en el cuello, presionando la nuca inflamada por la respiración, con las pulsaciones de los latidos acelerados y donde el perfume del deseo era más suyo que de ella.

Era entonces cuando se disipaba y la veía completa, cegado por la belleza quería destruirla y cuidarla a partes iguales, calmar su apetito arrastrándola por el suelo hasta la pared más cercana, arrancar su ropa y olerla poseído demostrando que era más que un capricho. Aquello era perder el control a sabiendas y sin ningún sentido. No quería dominarla, quería devorarla una y otra vez, una vez y otra hasta la extenuación. Ella lo sabía, ella tenía miedo, miedo por todo, por la sensación, por el deseo, por la incomprensión.

Era la inseguridad y no el capricho lo que hizo que se fuese disipando en su propio humo, ascendiendo en espiral hasta la desaparición, pero aquellos recuerdos conseguían recrear con viveza todos aquellos sentidos. Hubiese deseado que fuera caprichosa y al mismo tiempo efímera. Quizá el capricho cambiase y arañase de nuevo su espalda mientras el olor se quedaba un poco más de tiempo con él.

 

Wednesday

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