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Si escribía en otros momentos de caminos diferentes pero con un mismo fin, sin el sentido del humor, todo esto sería muy aburrido. Recuerdo una sesión de lo más intensa, excitante y bestia que terminó convirtiéndose en un festival del humor donde el descojone se apoderó de ambos y así estuvimos un buen rato mientras dábamos vueltas sobre un asuntillo de un plug anal bastante grande. Lo recuerdo con tanto agrado que de una manera o de otra, en una sesión o en un encuentro o en una charla, me da lo mismo, intento que la sumisa sonría y si es posible carcajee. Libera tensiones y se acerca a mi, que de eso se trata.

Eso no se aprende en realidad, pero si se puede perfeccionar, saber en que momento uno tiene que soltar un poco la tensión de la cuerda, volver a la realidad y no presionar demasiado porque para eso, ya habrá tiempo. Otra vez el tiempo y las prisas. Si quieres correr no vas a disfrutar la dominación o la sumisión. Si tienes paciencia y la suerte de encontrar alguien que te acompañe vas a llegar a lugares increíbles.

Luego está el sentido del humor de los que se creen graciosos y llevan esa bandera ondeando con orgullo y aleccionan sobre que un dominante, el único manual que debe tener es el del sentido del humor cuando lo más gracioso que puedes enseñar es la empuñadura continental de la fusta. Pues esto, queridos, es como lo de ser dominante, o lo tienes o al final te conviertes en un chiquilicuatre.

Tampoco es que haya que ir contando chistes y cuando vayas a azotar te pongas ¡uno que va y le dice a la sumisa, te das cuennnn! El spanking es muy divertido pero tampoco es plan de hacer un circo de ello. La sonrisa predispone y la carcajada destensa de una manera que no podéis imaginar. Cada momento y cada lugar tienen un sentimiento concreto que lo hacen especial. Puedes estar riendo abiertamente y sin prejuicios y minutos después sentir como las lagrimas llenan su cara. En ambos casos hay felicidad o al menos, debería de haberla.

Se que las lágrimas acojonan un poco, excepto a los que son únicamente sádicos. Estos desatan toda su furia y mala leche concentrada para satisfacerse aun a riesgo de joder al personal. Pero oye, que hay tipas a las que le va la marcha y otras que no saben como saltar del carro del puños fuera. Las lágrimas a las que me refiero no son a las del ensañamiento freelance, son provocadas, tampoco vamos a ponernos alas blancas, pero consensuadas en un claro sentido de la búsqueda de los límites. Ahí no ves sonrisa, pero ves agradecimiento.

Y esto último es tan difícil de explicar que tendrá su propia entrada para ver si consigo desarrollarlo como yo lo veo porque ciertamente, es maravilloso

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