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Siempre nos dijeron que dentro de nosotros, en nuestra mente, éramos libres. Libres de crear y de imaginar, de conseguir una felicidad endulzada por nuestros deseos. Cerrar los ojos y abrir la puerta al verdadero mundo en el que nos sentiríamos plenos. Nadie nos dijo que ahí dentro es donde están los verdaderos miedos y los monstruos más aterradores. Nadie nos enseñó ni nos preparó para las brutales batallas y los terribles temblores emocionales. Nadie.

Y cuando todos pensamos que ahí dentro está todo lo que necesitamos, cuando y aunque estemos batallando día tras día con los miedos, para avanzar, para retroceder, para adquirir la gallardía o aplicar el perdón, para aguantar las lágrimas de otros, los sollozos por lo incomprendido, es entonces cuando desde fuera, vuelven a abrir la puerta.

El hedor de nuestros miedos es sustituido por una fragancia, una nube de sensaciones y emociones que nos empuja a dar pasos, a pisar convicciones erróneas y a tomar instantáneas con una Polaroid imaginaria que convierte los amarillentos recuerdos en novedosas imágenes en alta definición.

La imaginacion nos ha jugado malas pasadas, el querer hacer cosas y ocultar muchas más, en mentir, en omitir, en levantar testimonios. Arrastrándonos por un fango impostado y dejando que miradas ajenas juzguen aquello que no entienden. He gritado tan alto, tan fuerte, tan profundo que todo el aire que pueda respirar en el futuro no recompondrá los pedazos a los que mis recuerdos han sido reducidos.

Ahora, el olor, el aroma, el perfume, lo para todo, el tiempo, el espacio, y levito, metiéndome en tu pelo, deseando atraparte por primera vez con mis cuerdas, anudando los problemas entre si y como los magos, con un soplido, hacerlos desaparecer. Crujir tu piel con deseo renovado, o nuevo, incluso virgen. Hacer correr tus lágrimas por otro tipo de dolor y de conflictos. Poder ser yo y solo yo, despojado de todo lo que me ocultaba y me molestaba, demostrando que los juicios anticipados son una puta mierda. Poder crear una pared única para momentos únicos y ahí llevarte cada vez que lo desee o cada vez que lo pidas, porque no es solo un deseo ni una necesidad. Es un deber.

Nadie pudo imaginar que la llave de esta carcel, de estos misterios y estos silencios, fuese un sencillo aroma y una piel virgen esperando ser escrita por mí.

 

Wednesday

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