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Más de una vez me han preguntado qué es lo que debe tener una sumisa para ser buena, qué le hace ser especial o única. Cómo se puede encontrar a un buen dominante, cómo diferenciarlos de los que no lo son. Cómo hacer que se sientan especiales para que no piensen en cambiar de sumisa. En definitiva, cómo ser buen amo y buena sumisa.

Muchas veces he respondido por inercia sin darme cuenta que estaba pronunciando la misma cantidad de gilipolleces que suelo leer, probablemente porque la pregunta me incomoda o quizá porque me la suda realmente las motivaciones de cada uno y las búsquedas de esos momentos ridículamente perfectos. Con el tiempo y pensándolo encontré una respuesta sencilla que difícilmente satisfaciera a todos y todas aquellas que me preguntaron. La realidad es que no sé qué hace que un dominante sea bueno o sea malo. La práctica, el conocimiento, la experiencia a priori debería poder determinar todo esto. Pero sin el sentido común, todo lo anterior no vale ni para tomar por el culo. La inexperiencia, la voluntad, las ganas, el deseo valen más si se tiene sentido común y respeto que cualquier bagaje anterior. Pero aun así, tampoco es significativo. Si tomamos como medida lo ampuloso de las formas, los decretos, los porque yo lo digo que para eso soy dominante, evidentemente, es mejor huir como alma que lleva el diablo.

De la misma manera, aquellas que son tan solícitas que aceptan cualquier cosa, situación y deseo del dominante porque así han creído ser enseñadas, aquellas que antes de dar un paso sustancial no preguntan, entrarán en el mundo de la sumisión con los ojos completamente ciegos. Está claro que la base es la confianza, el respeto mutuo y la comunicación, pero no nos engañemos, somos humanos y aunque esto lo llevemos a rajatabla, desconfiaremos en algún momento, nos comunicaremos mal y tarde en otros y mentiremos. Hay cosas que no vamos a cambiar por muy dominantes cojonudos y muy sumisas leales seamos.

Es  entonces cuando a mi entender sobresalen otras cosas, y hablo siempre desde mi punto de vista, que es mío y probablemente nadie más comparta. Cosas como los silencios y las miradas, la gestualidad forman parte de la dominación y la entrega y para que eso tenga cierto sentido ha debido de haber antes mucha complicidad, mucho cariño y mucha comprensión por los defectos de ambos. Porque sí, los dominantes fallamos más que las escopetas de feria. A veces tengo la sensación que tras la máscara del traje, la voz ronca, la orden, la foto en blanco y negro, el tratamiento de usted, se oculta una realidad casposa que hay que seguir a rajatabla. Esa frialdad no casa con mi manera de entender el D/s. Claro que hay que ser duro cuando es necesario, agresivo verbal y físicamente porque a veces eso es una parte del juego, pero como ya se decía antes, utilizar la mano de hierro con guante de seda. Se consigue más haciendo entender los motivos y las necesidades mediante el diálogo que con el castigo. Y el castigo a veces es estupendo, ¡ya lo creo!

No sé si soy buen dominante, probablemente no porque es muy complicado seguir tus propias convicciones en una sociedad tan cambiante y en donde, sea por moda (que a mí personalmente me la pela porque ha beneficiado mucho más que perjudicado), por el simple hecho del descubrimiento de algo que se practicaba pero no tenía un nombre o ubicación dentro de la sexualidad de cada uno o de su pareja, dónde la necesidad de experimentar de todo el espectro de edades, ha convertido esto en la ola perfecta que surfear. Es difícil ser constante en pleno consumo, por eso, los errores son elevados al grado de cagada absoluta. Probablemente no sea buen dominante y no sepa dar una o varias directrices para averiguar como estar con uno, de la misma manera que no se cómo saber que una sumisa es buena de antemano.

Sigo mi instinto, a veces me equivoco, y casi siempre acierto. La voz, el gesto y que no sea estúpida es un buen comienzo. Si no te sientes bien en el primer contacto, si no te hace sentir que ese momento es tú momento y tu sitio, quizá no debas darle más oportunidades. Y sí lo es, entonces desear que cuando le necesites en aquellos momentos que no te sientas tan sumisa, también esté. Pero de eso ya hablaré algún que otro día.

 

Wednesday

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