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“Mi aura invisible me precede, me rodea e ilumina cada fibra de mi esencia dominante y casi nadie está preparado para observar de cerca lo que eso conlleva. Pocas son las elegidas que pueden mirar en mis ojos y no quemarse las retinas sin darse cuenta más tarde que son incapaces de percibir en toda su extensión lo que significa ser dominante y lo que es el BDSM.

Cuando me quito el cinturón se derriten  y solo desean una cosa, que me fije en ellas, que las haga únicas, porque sin saberlo, ellas se someten, eso si, hay que endulzar un poco esto de azotar y estrangular, porque se ponen mimosas y tampoco hay que ir haciendo sangre porque sí. Un usted por aquí, un señor por allá, entonces un par de lecciones y frases ampulosas donde dejo constancia de que mi polla es la más valiosa del mercado.”

Más o menos así. El esnob sigue estando en lo más alto de la palestra, peleando con sus armas diferenciadoras. Pero todo eso es basura. Nos falta comer uvas, apartarnos la toga mientras apoyamos el brazo en el mármol frío desdeñando a todos y todas las que de una manera o de otra se acercan o sienten la dominación o sumisión con cierta curiosidad. Intrusos, falsos, moda. ¡Qué sabrán ellos de todo esto que se vive y que no podrán entender como lo hacemos nosotros! Porque nosotros somos los elegidos y solo nosotros podemos blablabla.

Esta visión, esta forma de sentir es estúpida, ridícula, marginal, falsa, pedante. El sentimiento es el mismo en el D/s que fuera de él, la entrega es igual en otro tipo de relaciones, el placer es tanto mayor o igual en otros encuentros donde ni la mirada, ni el azote, ni las cuerdas tienen nada que decir. La sinceridad y la falsedad existen en cualquiera de ellas. Contar la milonga de que bajo el abrigo del D/s los orgasmos son infinitamente mejores como norma general, es la afirmación más esnob y falsa que se pueda hacer. ¿Qué alguien descubrió que mientras ataban su cuerpo o lo suspendían, o fustigaban su piel tuvo el orgasmo más increíble de su vida? Bien. Otros lo tienen con otras prácticas más sencillas o más rocambolescas. Esto del placer es un mundo y muy individualizado. Así que, el BDSM es otra manera más, no es la MANERA.

Cualquiera que se acerque al BDSM, incluso los que lo vivimos o practicamos, tenemos dudas e inquietudes. ¿Qué tiene de malo que alguien quiera probar lo que se siente si atan su cuerpo si con ello se excita? Más bien nada, no es menos que ningún otro, o ¿es que todos vinimos a esto con un conocimiento excepcional? Leyendo por ahí, así lo parece. ¿Cuáles son esas normas de protocolo inventadas para exhibir ese esnobismo cutre? ¿Es que una sumisa no puede participar y sentir cuantas veces quiera por miedo a que la tilden de zorrón cuanto menos? Aquí encontramos la esencia más rancia y sexista que podemos percibir porque nos aprovechamos de la coyuntura para después poner a caldo al personal y como en la vida misma, aquí la crítica viene de hombres y mujeres por igual.

Nos podemos ir metiendo el purismo por el culo, porque como todo en la vida, cuanto más puro, más inmóvil, cuanto más inmóvil menos futuro. Y claro, aquellos que tildan de moda e intrusismo a los que se acercan ahora al BDSM, veremos donde están dentro de 20 años.

Como siempre, el problema está en las personas.

Wednesday

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