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Tomaba notas sin ningún orden ni concierto. De esas veces en las que la mente recoloca la locura y la mezcla con la fiebre creativa. Algo parecido a la estúpida imagen de los pintores en sus arrebatos de creación ridícula, lanzando la pintura de un lado a otro sin importar dónde caiga, sabiendo de antemano que una vez terminado se convertirá en una obra maestra que nadie verá ni podrá juzgar. Escribía con lápiz y la propia mano a veces difuminaba el rastro de las palabras provocando una furia borrosa de sentimientos. Gris, blanco y negro, borrones y puntas rotas que solo volvían a tener la punta hiriente al papel cuando le pasaba una cuchilla a medio oxidar. El bostezo le volvió a traer al momento y perdió el hilo de aquella locura. El café se había enfriado.

Ella miraba emocionaba cada uno de los gestos de quién tenía al lado. Mirada de amor mientras se colocaba el pelo y se sonrojaba. Seguramente no se daba cuenta de lo evidente. Él parecía que tampoco. Su mirada se perdía de un lado a otro, en la profundidad del ventanal que proyectaba la luminosidad de la avenida y de los viandantes ajenos a aquella escena. Y entre toda aquella confusión de sentimientos, de desconexión emocional entre dos personas que no se percataban de lo alejadas que estaban la una de la otra por omisión o por silencio, en su cabeza comenzó a sonar con claridad el estribillo:

You know
I wish that I had Jessie’s girl
I wish that I had Jessie’s girl
Where can I find a woman like that

Miraba, desde detrás de un cristal traslúcido a la imaginación, aquellos ojos claros y brillantes por el fuego, esperando, esperando, esperando. Esa mirada entregada de quién haría lo que fuera por tener un mínimo de atención. Un amor adolescente en mitad de la veintena, se dijo a tenor de su apariencia. Pero las apariencias engañan. Garabateó algo en la libreta, sin mirar, como un antojo, y la volvió a cerrar dejando el dedo marcando la página del deseo. Luego cerró los ojos y contempló el instante grabado en la memoria. El pañuelo alrededor del cuello que bien podría cercenar el aire a su paso hacia los pulmones, los labios rosados que podrían amoratarse o enrojecerse a su antojo. Las manos nerviosas a la espera del roce que no llegaba inmovilizadas por un cinturón que las elevase para arquear la espalda.

‘Cause she’s watching him with those eyes
And she’s loving him with that body, I just know it
And he’s holding her in his arms late, late at night

El movimiento nervioso de la pierna, la inquietud de las rodillas por encontrar una posición de salvaguarda y de esperanza, la risa fuera de lugar ante un comentario que no era ni gracioso ni inteligente, De nuevo la caricia en el pelo y el vislumbre en aquella mirada de que la emoción iba a morir en la orilla. Ni siquiera había esperanza de un inesperado giro de los acontecimientos en aquel guion que desde un comienzo tenía un triste final, sin perdices y con algo de felicidad almacenada con cuentagotas. Volvió a abrir la libreta y lo que antes fue un borrador ahora era un círculo perfecto que la punta del lápiz recorría una y otra vez, infinitas veces, pasando de nuevo por cada uno de los momentos vitales que sus letras habían traído de la ficción a la realidad.

¿Dónde podría encontrar una mujer como aquella? Borró con el dedo y reformuló la pregunta ¿Cómo poder recordar aquella mirada para aprender a rozar con la mano lo que percibía? Luego recordó el mismo fuego en la mirada, el látigo, la sangre, el cuello aprisionado y el mordisco certero que componía un perfecto gemido en sus oídos.

You know
I wish that I had Jessie’s girl
I wish that I had Jessie’s girl
Where can I find a woman like that

 

Wednesday

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