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Como todo tiene un significado, en el momento en el que tenemos que manejar mucha información, no queda otra que etiquetar, y no por el mero hecho de sacar conclusiones a posteriori, sino para saber por donde nos andamos. Habitualmente es el arte, el ocio o la moda quienes se llevan la palma a la hora de etiquetar movimientos, servicios o gilipolleces. Porque en el fondo, todo se trata de eso, de gilipolleces. El bdsm, al igual que todo lo relacionado con el sexo, donde la mercadotecnia ya se ha encargado de establecer los baremos de etiquetado, no se salva de la quema. Muchos de los que me han leido o igual no, les habrá rechinado que escriba bdsm en lugar de BDSM. Son siglas y como la norma indica, debería escribirlas en mayúsculas. Pero no lo hago, y es así porque yo no deseo tomarlas como tal sino como concepto. Ademas, tanto la D que podría determinar la dominación y la disciplina, como S que puede ser el sadismo y la sumisión, indican dos valores que debemos determinar y las siglas no lo dejan muy claro. Así pues, saltándome un poco la norma, lo seguiré escribiendo en minúsculas, bdsm. Ahí no termina el asunto. Escribo amo, en lugar de Amo y dominante en lugar de Dominante. ¿por qué? Fundamentalmente porque me sale del ciruelo.

Y como siempre me voy por los cerros de Úbeda. ¿Qué tipo de amo eres?  me preguntó una moza un día. La pregunta era de todo menos fácil de contestar, porque no sabía si soltarle una gilipollez o investigar el porque decía semejante mamarrachada. Opté por lo segundo porque no tenía otra cosa mejor que hacer en ese momento. Partiendo de la base de que las cosas se dividen en buenas y malas, en bien hechas o mal hechas como generalidad y que luego en la particularidad ya nos ahogamos, le dije que yo no era amo. Su cara denotó sorpresa, haciéndome ver que igual amo y dominante, para muchos, no está bien diferenciado. ¿Y eres Master? me dijo a continuación. Del universo, contesté. Se echó a reir, porque pensaba que le tomaba el pelo, y acertaba, claro. Nos gusta a los del bdsm revolcarnos en la parafernalia hueca de las palabras y denominarnos cosas chachis para que ir de sobrados y prepotentes en su justa medida. Asi pues usamos la terminología Dom que parece que asusta más que dominante, Amo, como si cualquiera pudiese poseer de verdad a otra persona, Tutor, ejemplarizando a Sócrates bajo nuestra piel y utilizando la mayeútica para enseñar a la sumisa o al sumiso que el verdadero conocimiento de sus sumisión lo tiene en el alma. Un dislate vamos. Dejo de lado lo de Master o Maestro porque me sale una sonrisilla de medio lado más malévola que sarcástica.

Como todo lo que rodea al progreso y lo que genera pasta, tiene el aura del inglés de una lógica que tira pa´trás, pues no vamos a entrar mucho en detalle en los terminos que luego usamos sin saber mucho de que van, como: bottom, switch, medical… y paro porque es aburrido de cojones. Y las etiquetas están ahí, para que nos las pongan o si somos más avezados para ponérnoslas nosotros, que eso es mucho más cool y da un empaque de flipar. Yo soy dominante. Del dicho al hecho hay un trecho. Lo digo y demostrar lo contrario es tan complejo como afirmarlo. Es la práctica, la presencia, el sonido, el olfato y el resto de nuestros sentidos lo único que va a determinar todo eso. Incluso las letras que escribo, son eso, letras. A veces con mayor o menor fortuna lo demuestro en ellas pero ahí se queda. Lo demás es pura imaginación. El problema, si es que lo fuere, no está en decir que eres tal o cual cosa. Cada uno puede decir lo que le salga de los pinflois* al igual que cada cual puede interpretar y creer lo que más convenga.

Y al final eso es lo que pasa, decimos lo que somos, lo adornamos un poquito, afirmamos lo que son los demás, lo adornamos una pizca más no vaya a ser que cante demasiado y el percal nos deje con el culete al aire y ya lo tenemos todo. Pues esto es, no hay más. Luego te metes en sesiones y es como un campamento donde o tienes unos monitores sonrientes que te indiquen lo que hay que hacer o los Doms, Amos, Masters y Tutores dejarían en ridículo a Marianico el Corto. Un jiji jaja de lo mas entretenido.

Enseñar bien, lo que sea, es una de las cosas más dificiles que existen. Doblegar, someter y mantener a alguien y que ese alguien decida hacerlo y permanecer a tu lado es un esfuerzo y dedicación inmenso. Lo otro, son juegos y como tales, están muy bien, pero no los disfracemos de lo que no son, porque luego nos damos cuenta de que los reyes son los padres y el sofoco es la polla en cebolla.

 

*Pinflois: dícese de los genitales neutros. Que cada cual lo aplique a su sexo.

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