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Nos gustan los fuegos artificales, demasiado, esa explosión de colorido nocturno, esos fogonazos de deseo envueltos en el retumbar sonoro del trueno. Nos gustan los fuegos artificiales. Y en general, salvando las particularidades, nos gusta que esos fuegos sean lo que rodea y adorna nuestra vida. Super amos enfundados en sus trajes de dominantes profesionales, hablando con vehemencia, sumisas afincadas en ese rinconcito perfecto de sumisión y entrega, esclavas de sus ropajes, símbolos chorras y palabrería. Los observadores que juzgan como todos pero dicen que no lo hacen inmersos en un vive y deja vivir cuando es más un live and let die. Parece una bacanal de impresiones y consejos, un espectáculo de burlesque donde hay más maquillaje y atrezo  que información sentida y con sentido, donde suena el organillo y se pasa el plato para ver que se puede cazar.

Pero eso no es, las teclas enmascaran la realidad de la mayoría, de los deseos expresados y magnificados, de esas fotos en posiciones imposibles, de videos que afrontan realidades de mentira, de atribuirnos la propiedad absoluta del buen dominante y la buena sumisa, de la floritura y la medalla en el pecho, porque eso es lo que somos. Sacamos la cartera y enseñamos nuestro carné de golfo o golfa, que viene a ser lo mismo, de la élite del rollito para chasquear los dedos y poder decir, yo sé, hago, pienso y digo las cosas y los actos mejor que tú, y que tú y que tú, borriquito.

Pobres de espíritu y de conocimiento, cuando entramos en esas batallas donde disfrutamos del drama ajeno haciendo del nuestro el máximo exponente. Cuando al final lo único que se entiende es puta, perra, señor, amo, zorra, esclava, azote, polla y ¡coño ya! Cuando el sentido de la sumisión es hacer y no sentir, cuando el sentido de la dominación es ordenar y no aleccionar, cuando se pierde uno en el laberinto de la hipocresia y la falta de sentido común, cuando se desprecia besar las manos por enaltecer los cortes, cuando el silencio es menos importante que abrirse o que te abran el culo algunos acólitos del dominante para hacerte creer que así eres más y mejor sumisa y él, más y mejor dominante.

Al final, ¡como nos gusta Pretty Woman!

 

Wednesday

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