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Dar la talla, estar a la altura, ser merecedor de, dejar una buena impresión, todas aquellas ideas le golpearon en el mismo instante en el que se vio arriba, en el escenario. Las tablas se movían entre sus talones, desgastadas por el uso y la experiencia, pero ella no tenía. El miedo se apoderó de cada una de sus fibras esperando sin duda no equivocarse, de estar en el lugar exacto, de no alzar demasiado la voz ni tampoco que se ahogase en sus miedos. Deseaba que las luces no cegasen aquella primera mirada y deseo que sus manos no comenzasen a sudar. La boca se le secó y el corazón comenzó a latir tan violentamente que pensó que hacían más ruido que unos timbales.

“Adelante” escuchó cuando el telón se abrió y dejó pasar la luz que se esforzaba por traspasar aquella tupida tela. Sintió el cegador fulgor de la primera vez que ve y siente algo y el temor le hizo temblar, sentía como las palabras se anudaban en la garganta, mezclándose sin sentido e intentaba aguantar que saliesen en tropel. Era demasiado tarde para salir corriendo aunque una parte de ella lo desease con una fuerza atroz. Le vio acercarse, imponente, gigantesco, ocultaba entonces la luz que le cegaba y vio el contorno de su figura. Bajó la mirada más asustada que nunca y se preguntó que hacía allí mientras repasaba todas las posibles respuestas. Era su deseo, no había nada en el mundo que impidiese hacer aquello porque desde lo más profundo de su interior así lo deseaba.

Entonces le vio las manos, y un dolor imaginario le arrancó un suspiro, las fantasías se proyectaban en su cabeza mezclando la vida líquida que deseaba con la sólida que despreciaba. Espero con entereza y temblores una bofetada, un tirón de pelo, su cuello estrangulado, una mirada inquisidora y buscando alguna imperfección. A cambio recibió lo que nunca hubiese imaginado, el calor de unos brazos larguísimos, sintiéndose protegida por primera vez en su vida, el calor lo llenó todo y su voz grave reverberaba en su interior haciendo vibrar cada una de sus moléculas. “Sírveme, yo te protejo, dámelo todo y todo lo tendrás”.

Se apartó y le vio sonreír. La tranquilidad relajó sus músculos e intentó sonreír pero no pudo. “Siente la confianza es todo lo que necesitas. El calor va y viene, como el dolor y ya tendrás tiempo de aprender eso. Ahora, podemos empezar a actuar”.

 

Wednesday

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