https://unoesloquemuestra.com
Seleccionar página

Ella exploraba cada día cada una de las aristas de su personalidad. Había descubierto que detrás de la inmensa dureza de sus actos no escondía una hermosa complacencia sentimental que hacía aflorar cada vez que terminaba una escena, recomponiendo cada parte de su piel, cada trozo de las lágrimas derramadas. Cada paso era un reto, cada acto no era nada simbólico, pero encontraba que siempre, en momentos muy determinados se frenaba. Al principio pensó que era por ella y se dejaba llevar, se rebelaba para ver si podía sacar esa furia contenida, pero no lo conseguía. El sadismo no es algo para tomarlo a broma, ni por mí ni por ti, le dijo una vez. Pero ella creía que era necesario experimentarlo, por ella, por sentirse plena a su lado y por él, para permitir liberar de vez en cuando esos monstruos que sentía le atormentaban.

El tiempo se estiraba como los deseos y las emociones latentes, pero nunca llegaba aquel momento. Lo quería más como necesidad que como satisfacción sabiendo de antemano que muy probablemente sufriría bastante. Pero también entendía que si no conseguía hacer que sacase ese lado tan enterrado de él, ella no se sentiría completa. A veces se daba por vencida, creyendo que jamás, hiciera lo que hiciera, conseguiría sumergirse en aquella parte de su cabeza. Se equivocó.

No supo si se sorprendió más por el trabajo dedicado y metódico que había hecho cuando entró en la habitación o por desconocer las intenciones. Frente a ella había tendidas más de veinte cuerdas que iban de un extremo a otro de la habitación, las mismas cuerdas que él usaba para atarla y de las que tanto disfrutaban. De ellas colgaban unas finas tiras de dos o tres milímetros de ancho y cuatro o cinco centímetros de largo. Cuando él se acercó, se pegó mucho más de lo habitual, le colocó una mordaza, le recogió el pelo en una coleta, separó sus piernas con unos grilletes anclados a los tobillos y que separaban una barra metálica. Alzó sus manos y las ató igual de rápido que siempre estirando esta vez un poco más de lo acostumbrado. Sentía toda la piel de su cuerpo tirante. Acarició su culo con los dedos y sintió el frío acero de una bola, el principio de un gancho que unió a la coleta que instantes antes había hecho. “Relájate” le dijo mientras le ponía una capucha negra. Era la primera vez que lo hacía y se inquietó un poco.

Sentía como acariciaba su cuerpo, con deleite, nada de dolor, escuchando la respiración, pausada. En otros momentos creyó que canturreaba algo, pero ella sentía sus dedos pasearse por todo el cuerpo, presionando aquí y allá y mientras su coño se empapaba como nunca. Después de una hora, en la que le dio de beber, aflojó las cuerdas para que las extremidades recuperasen el riego sanguíneo mientras dejaba su cuerpo caer sobre el suyo, mucho más  fuerte, le quitó la capucha y se vio reflejada en el espejo. Completamente cubierta, no se veía ni un milímetro de su piel, excepto la de los párpados. ¿Estás cómoda?” le preguntó. Asintió con un gemido. Acarició su coño empapado y los secó para terminar de completar el trabajo. Le cerró los ojos y colocó más tiras de cinta sobre ellos.

Despegó la primera con tanta fuerza que el grito fue ahogado por el dolor de no poder abrir los párpados. Era el comienzo mientras comenzaba a sonar el tercer Vals de Mephisto. El piano se mezclaba con los gritos como si cada tira arrancada fuese una tecla pulsada. La piel desgajada de la vida se iba con cada una de ellas. Nunca una música fue tan acertada para el infierno de dolor y suplicio que tuvo que soportar. Cuando arrancó las tiras de los párpados el dolor dejó de ser insoportable para convertirse en poesía cuando vio su rostro, brillante y eufórico de felicidad y deseo, lleno de lágrimas.

Cuando despertó vio el mapa perfecto que había diseñado en su piel, un perfecto mosaico de belleza, y como él dijo, mi propio Mondrian.

 

Wednesday

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies