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La mano en el hombro puede significar muchas cosas, apoyo y comprensión, ánimo, espera, no es el momento, llévame contigo, piénsalo dos veces, puedes con ello. Crecer y vivir sin la necesidad de ese impulso o ese freno te hace perder cierta perspectiva en las relaciones personales, en las más íntimas si cabe. Uno mismo sabe que no puede con todo, pero aun así, lo hace, apartando toda la ayuda o la comprensión. A veces ambas a la vez y eso no te hace sentir mal, al contrario, porque cuando el camino se termina solo hay que echar un vistazo a lo recorrido y lo realizado. Entonces, el orgullo es más que suficiente para llenarse de energía renovada, una y otra vez. Hacer las cosas solo, mejor aún, tener la certeza y la capacidad de hacerlas solo es la manera más rápida de ir cavando un agujero en el que si te sumerges no podrás salir. La liberación no llegará por tus manos y probablemente, las manos que podrían haberte ayudado a salir estén en hombros de otros.

No hay nada más importante que el comienzo. Sea de lo que fuese. Si ese comienzo es errático, confuso, si no es lo suficientemente firme y sólido, el tiempo, como el agua se hará cargo de todo, se filtrará en los cimientos y los convertirá en la pulpa emocional que se nos escurrirá entre los dedos. Se comienza mal por tratar de no herir, por ocultar una parte de nosotros, por esperar a establecer los lazos con suficiente firmeza para atestiguar después nuestro interior, pero resulta que luego, nunca es el momento. Es cuando el deseo es sustituido por la costumbre y los posibles. Ya se hará, aparecerá el momento, quizá la próxima vez. Pero nunca llega. Nunca.

Solo cuando el cuchillo desgarra la vida, cuando el dolor te consume, cuando las decisiones, todas te llevan a un punto de no retorno, es cuando lloras por esa mano en el hombro. Incluso en esos momentos la desprecias porque te desprecias a ti mismo, primero por haber llegado a esa situación y también por no ser capaz de solucionarla, tú solo. El resquemor, la pesadumbre, la ira y el odio, todo se licúa en una bola fangosa y ardiente que te consume, te quema por dentro tan despacio que solo esperas que la liberación sea lo suficientemente satisfactoria como para haber aguantado esa tortura.

Pero no, la única manera es una purga existencial, un resurgir, consumirse en lo que fuiste por error y volver a nacer en lo que eres y eras y siempre ocultaste. Parece fácil. No lo es. No porque no puedas ser capaz de hacerlo y de sentirte bien haciéndolo, lo es porque debes tener claro como el agua que estarás solo y lo sentirás solo. Aunque te podrás sorprender sintiendo la mano que despreciaste de nuevo en tu hombro.

 

Wednesday

 

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