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Esa perla que he utilizado como título de esta entrada, es una de las muchas sandeces que algunos dominantes intentan insuflar, contaminando la inteligencia con su estupidez de manual amarillo.

Da igual el tiempo que convivas con una sumisa, o la dedicación que hayas necesitado para que ella sienta que está en las mejores manos posibles, que cada día crece, aunque solo sea un poco a tu lado. Da igual todo eso cuando se trata de entender que supone la entrega. Me voy a saltar la estupidez de afirmar con rotundidad que entiendo lo que es y lo que supone. No. No lo entiendo. La vivo, la siento, la disfruto, pero no se que supone estar entregada, sentirse plena con ello. Fundamentalmente porque como siempre he afirmado cada sumisa es única y su entrega también lo es. Es exactamente igual que en una relación convencional. Podrá haber pautas similares incluso calcadas, pero el conjunto, la globalidad de una entrega es único.

Pero resulta que debo ser un poco inútil cuando tengo que escuchar, leer y observar como algunos, subidos en su púlpito de sabiduría inabarcable, son capaces de saber y entender de manera absoluta lo que es la entrega de una sumisa. No lo concibo, no lo entiendo y no lo comparto. Para saber que es la entrega hay que haberse entregado. Y no vale decir eso de un dominante también se entrega a la sumisa, porque a otro perro con ese hueso. No cuela porque no tiene ni punto de comparación. Y esa afirmación, temeraria, es escupida a la cara de cualquiera con ánimo de subyugar un sentimiento por el pisotón de la bota y el porque yo lo valgo.

Sigo sin entender qué es la entrega, qué lleva a la sumisa no a hacerlo, sino a reconfortarse con ello. Y no lo entiendo desde mi lado dominante, ese que somete, que estruja con los dedos y con la conciencia el cuello y la mente de la sumisa, ese que empuja con ligereza el cuerpo y los sueños a los que ella quiere llegar y conseguir abarcar porque sé que allí, cuando está, rodeada de todo aquello que consigue mantenerla en plenitud, yo me siento completado. Porque entiendo que algunas lágrimas son de dolor, de tristeza, de alegría, pero las que entusiasman, las que enardecen el espíritu son las del agradecimiento.

Pero seguiré descubriendo el desprecio de quién no viendo las cosas desde otra perspectiva, juzga y sentencia desde su posición, como si a mí me importase realmente algo. Ya se sabe, las opiniones son como los culos y todos tenemos uno y desde hace mucho, creemos que nuestras opiniones se pueden imponer y deben importar porque son representativas del dogma del bdsm. Tú, puta, perra sarnosa, no eres capaz de entender lo que yo, dominante desde tiempos inmemoriales intento expresar con mis comentarios.

Seguramente estos mismos cachorros del bdsm si en alguna ocasión, una sumisa tuviese la osadía y el atrevimiento de exponer que entienden lo que es la capacidad someter y dominar, tardaría relativamente poco en ser devorada a bocados y dentelladas por estos rabiosos del cuero y las fustas. Pero vamos, que el mundo no va a cambiar por ello. Habrá que tomarlo con humor y utilizar esas gilipolleces como títulos para las entradas futuras.

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