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Doble nudo, se decía, pero nunca conseguía colocarse bien la corbata. Las arrugas de la cara se confundían con las de la camisa como si éstas fuesen la prolongación de una vida misteriosa llena de desengaños y alegrías. La sonrisa borraba de un plumazo todo aquello. Algunos pensaron que llevaba una vida miserable al ver como se contorsionaba cuando acariciaba las cuerdas, pero todos aquellos movimientos no eran más que los recuerdos de sus viajes, del roce de los dedos por pieles ajenas y todo regado de vida y whiskey. Se acercó al espejo, mirando con detenimiento los ojos que tanto habían visto. De cerca parecían juveniles pero solo cuando se conjuntaban con el resto de la cara podía contemplarse la magnitud de su pesar. Se colocó el nudo mal hecho y maldijo en voz baja.

Las escaleras siempre habían tenido para él ese embrujo en el que se desenvuelve toda la vida. Cuesta subirlas, hay que tener cuidado al bajarlas, te cruzas con gente, saludas, a veces tropiezas y caes, con dolor. Pero en ambas direcciones, siempre hay un lugar al que ir. Cuando llegas abajo, es la vida la que te espera y cuando llegas arriba, el descanso o la lucha, depende. Quizá él se sentía mejor en el trayecto pero nunca se quedaba quieto. El movimiento, la vibación era lo que contaba y siempre quería dar un paso más, por muy cansado que estuviese.

Desde que el humo había desaparecido de la vida las cosas se veían de otra manera. El penetrante olor no conseguía que se desconcentrase y como una máquina perfecta comenzaba el ritual. En su cabeza resonaba la música, y cantaba para si mismo Baby, You are my ritual. Burnin’ in my soul. Never let you go. You are my ritual, my ritual baby. Acariciaba el cuerpo con tanto mimo que otras mujeres sentían celos de la lentitud y la parsimonia con que lo hacía. Baby I wasn’t, all the same things that you want. Baby I need, all the same things you need. seguía cantando entre dientes mientras aflojaba los herrajes y sentía el frío del metal calentándose en sus manos. Soltaba las cuerdas, una a una, enrollándolas entre sus dedos y disponiendo otras, perfectamente colocadas junto a las rodillas. Baby I wasn’t, all the same things that you want. Baby I need, all the same things you need. Entonces levantó la mirada, la mezcla de juventud y vejez se transformó en un infierno de fuego y presión. Levantó las manos y apartó la seda de los hombros, dejando al descubierto el cuerpo semidesnudo, acariciando el cabello largo y lacio que tapaba la cara y los ojos. Ella entonces agachó la mirada, acomplejada, avergonzada por si lo que ofrecía no fuese lo suficientemente bueno.

Colocó las cuerdas, cada una en su lugar, con la tensión perfecta, B, E, A, D, F#, B. Ahora el cuerpo estaba afinado y dispuesto. Colocó una última cuerda suspendida de una argolla que ancló a la tensión de su espalda y tiró. Comenzó con una pentatónica Bblues, algo más cromático pensó.

Baby, You are my ritual. Burnin’ in my soul. Never let you go. You are my ritual, my ritual baby.

 

Wednesday

 

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