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Escribir como se suele decir, a vuela pluma, hace que me deje un montón de mierda por el camino y de la que tarde o temprano tengo que hablar. Esto de las presentaciones no personales, utilizando redes sociales por ejemplo, es un alarde de cinismo y gilipollez muy grande. Es como si nos vestimos de militares, marines para dar cierto empaque al asunto, y nosotros mismos nos ponemos las medallas y los cargos porque ¿quién pondrá en tela de juicio nuestros logros heroicos? Dominante no es una categoría, es una cualidad, a veces más o menos desarrollada, más o menos definida, pero a fin de cuentas, una cualidad que algunos saben desarrollar, otros desean aprender y muchos no tienen ni idea de como manejar. Pero esto, en realidad, no es importante.

¿Cómo me puedo llamar? Hay que tener un nombre chulo, fardón, pero al mismo tiempo lóbrego, de enjundia, que infunda respeto y admiración y todo ello, aderezado con, Amo. Porque poseer es lo que está bien. Somos capitalistas, consumistas y las posesiones son nuestro afán más deseado. Ahora, que ya tenemos nuestra tarjeta de visita bien estructurada me voy al Decathlon pero no a por unas fustas, que son una mierda, necesito una caña de pescar y un cesto donde dejar mis piezas recién sacadas de su humedad. Lo siguiente, una vez pertrechado y equipado, es establecer círculos inabarcables de nuestros conocimientos sobre arte, literatura, música, backgammon, astrofísica, paleografía y nudos marineros, para dejar claro que ahí estamos nosotros, sin más, que somos simples, caballerosos, despiadados, a veces con sonrisa de medio lado, con abdominales cuidadas bajo el cincel del chocolate y las costillas. Ya solo queda esperar.

Claro, se me olvidaba. Es esencial, sin esto no puedo ser cool, hablo de usted y si poderoso caballero es Don Dinero, ni os podéis imaginar como de poderosos son estos caballeros de nuevo cuño que parecen salidos de los fumaderos de los clubes mas chics de hípica o de golf  londinenses, perdidos entre sus humaredas de puros caros y whiskys fetén. Y entonces, nos lo creemos.

Ellas no se quedan atrás, enfundadas en imágenes imposibles de curvas infinitas rodeadas de cuerdas, suspendidas y deseando que esas manos cuidadas por las mejores manicuras y adornadas por trajes impolutos de Armani, les sometan a una somanta de hostias definidas, enorgullecidas de su nuevo rango de perras, putillas o zorritas de petit pua. Ellas se dejan, ellos lo hacen y todos felices y contentos, donde vamos a parar.

Luego el llanto, antes las llaves para que quede claro de quién es la posesión, los collares expres, las marcas blancas y su puta madre en bicicleta. Y si os habéis fijado, no hay nada de bdsm en esto, no hay nada de dominación y sumisión, es todo vacío y rancio, una puta pose para pasar el rato. Y cada uno pasa el rato como le sale de los mismísimos. Claro está, si ellos pueden dar lecciones, yo también, porque todos tenemos algo, ellos Dom, otros cierta dignidad.

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