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– No.

Se estaba acostumbrando demasiado a negarse y se sentía algo extraño con eso. Cuanto más tajante era, menos entusiasmo sentía. Llevaba una semana de conversaciones dispares enmascaradas en deliciosas veladas de vino y violencia que siempre terminaban en el mismo punto. Estaba cansado del rollo este de los “hermanos” o “hermanas”, en el que de una manera o de otra, las sumisas, ya por su propia convicción o el dominante por deseo, ponían sobre la mesa. Luego se disparaba todo y las mentes divagaban sobre la heteroflexibilidad y el poliamor y yo, solo tenía ganas de terminarme la botella para metérsela por el culo.

– ¿De dónde sacas todas esas ideas?

– Leo y hablo con otros dominantes y otras sumisas. Tengo inquietudes.

– Y entiendo que esas inquietudes no puedo resolverlas yo por lo que estoy viendo.

– No es eso, simplemente quiero otro punto de vista.

– ¿Otro punto de vista?

– Entiéndeme, no quiero cerrarme a otros conocimientos.

– Podría pensar que estás de broma, pero en realidad esto no tiene ni puta gracia. Y te voy a explicar el porqué. Si yo hubiese querido compartirte, ya sea con otra mujer o con otro hombre, lo hubiese hecho. La pregunta que deberías hacerte quizá, en todo caso, es el motivo de no hacerlo. Y luego deberías preguntarte porque tienes ese deseo para llevarlo a cabo y preguntárselo a otros en lugar de hacerme a mí esas preguntas. El fallo de todo esto está en la tendencia esta, a mi modo de ver ridícula de enaltecer la heteroflexibilidad y el poliamor. No voy a juzgar a los demás por ello, pero a ti sí.
Lo explicaré facilito para que lo entiendas, no voy a compartirte, con nadie. No tengo necesidad de hacerlo ni para sentir lo buena que eres ni para creer algo que estoy empezando a poner en duda.  Menuda gilipollez la de colgarse la medalla y que los demás disfruten de algo sabido. Pero de lo que me estoy dando cuenta es de que tú, no lo sabes. Por eso no tienes collar, ni marca ni hostias, porque eso no se entrega a la ligera aunque a mí me importe una mierda en realidad. ¿Quieres ser un modelo de esa moda y esa tendencia? ¿Quieres jugar a las casitas del BDSM?
Es muy posible que la culpa de todo esto haya sido mía y cierra la puta boca mientras estoy hablando. Es muy posible que mi modo de hacer las cosas contigo no funcione y no haya estado a la altura de las circunstancias. Pero aún siendo esto así, ahora mismo me importa bastante poco. Siempre nos perdemos en los matices, en esa irreverente necesidad de pensar que los grises aplacan al negro o al blanco. Y en cierta medida es así, pero para llegar a ellos se debe partir del blanco o del negro, no al revés.

¿Quieres probar? Prueba. ¿Quieres satisfacer tus inquietudes? Hazlo. Solo te daré un aviso, uno solo. Cuando te quieras dar cuenta de todo, tendrás la necesidad de entregarte de manera absoluta, de desear que esa persona sea la que te marque, te entregue y te ponga el puto collar. Y seguramente cuando eso suceda, el vórtice de todas estas sensaciones te llevaran al mismo sitio y yo, no estaré. No te voy a prohibir seguir ni tus instintos ni tus convicciones, tan solo te advierto de que no son las mismas que las mías y si las tuyas cambian, las mías también pueden hacerlo.
Y ahora, voy a meterte esta botella por el culo porque me has puesto de mala hostia, y me apetece, a decir verdad. Así te quedaras con un buen recuerdo.

Wednesday

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