Exhausta y dolorida, tendida en la cama saboreando aún el sabor salado del sudor y el metálico del semen, con el pelo sobre la cara y los ojos bien abiertos, mirándole. Se decía que aquella veneración explotaba cada vez que sus manos magullaban su cuerpo, un poco más cada día. Entonces, sin saber el motivo, de su boca brotaron unas palabras que en silencio anhelaba y en cuanto las pronunció, supo que quizá había cometido un error. Me gustaría que la relación fuese 24/7.

Ni siquiera se inmutó mientras se vestía con los vaqueros. La camisa, arrugada seguía en el suelo cuando se sentó y comenzó a calzarse las botas. ¿Qué sentido tiene querer una relación 24/7? le preguntó sin mirar. Ella se sintió nerviosa por el tono de la pregunta. En realidad no sabía que contestar, así que guardó silencio unos segundos. ¿Y bien? continuó esta vez mirando fijamente sus ojos. Creo, creo que estoy preparada. Eran esos silencios los que le asustaban más que sus azotes, sus cortes, sus golpes o cualquier otra cosa que pudiera imaginar. Esos silencios transmitían tanta información que era incapaz de descifrar que se sentía estúpida muchas veces. Aún así ella continuó. ¿Crees qué no estoy preparada para ello?

Acercó la mano hasta su cara y le apartó el cabello empapado, el maquillaje formaba figuras abstractas alrededor de los labios hinchados por los mordiscos. Entiendo, dijo, que para ti una relación 24/7 es diferente a lo que tienes ahora, lo que no sé es porqué. Ella se quedó sorprendida ante aquella afirmación e intentó incorporarse para poder explicarlo. No pudo, la mano aferró su cuello y lo apresó con fiereza, empujándolo contra la cama. Un simple gesto para que se quedase inmóvil, un silencio más. Soy todo oídos, sentenció.

Después de veinte minutos donde él sin dejar de hacer presión sobre el cuello, expuso de forma convincente un escenario donde ella, pasaría de ser sumisa a ser esclava, permanentemente, donde ella matizaba que eso le haría feliz y completa, soltó la presa y se levantó, cogió la camisa arrugada, la estiró un poco y se la puso. Mientras se abotonaba comenzó a hablar.

Hay cierto misticismo en todo esto, todo lo que rodea esa entrega absoluta, ser una esclava y acceder a mis peticiones dónde, cómo y cuándo yo desee. Un misticismo viral pero artificioso. Lo que separa el 24/7 de lo demás es aparentemente el desapego por el rol. Pero, ¿a caso piensas que lo que ahora tú tienes es un rol? Se suele atribuir cierta imposibilidad o más bien dificultad a ser una esclava 24/7 pero se puede, y se puede ser sin que haya un componente masoquista por tu parte o sádico por el mío. Lo importante de todo esto es lo que tú deseas en esa relación absoluta y lo que desearía yo. Si lo que pretendes es estar disponible para mí en cualquier momento y dispuesta a hacer lo que yo quiera, piensa si eso no es así ahora. A no ser que lo que tú estés proponiendo es una servidumbre absoluta, a mi lado, junto a mí. Porque yo no entiendo el 24/7 sin que estés permanentemente a mi lado o donde yo quiera que estés. Tu capacidad de decisión para cualquier cosa desaparecerá, tu palabra desaparecerá. Toda tú, como individuo, con tu independencia, con tus decisiones, desparecerá. Tu palabra será mi palabra, tu pensamiento será tuyo pero se quedará siempre en ti y por lo tanto será mío.

Pero claro, podemos jugar al 24/7, a decir a grito pelado que es fabuloso y lo bien que te sientes, que lo sepan todos, que tu sangre solo corre por mí y si mi deseo es sacártela toda, lo harás, porque esa es mi decisión. Podemos jugar, si ese es tu deseo, pero a mí no me gusta jugar, bien lo sabes, no me gustan las medias tintas, no me gustan los pasos en falso, no me gusta que se juegue con algo tan serio. Crees que estás preparada y yo te digo que casi nadie lo está para un 24/7 real, el consciente y verdadero, el de la subyugación mental absoluta, el de la cesión permanente de tu ser. Yo no juego, lo sabes pero si crees que lo estás, te dejo que lo pienses durante siete días, 168 horas, y si cuando pase ese tiempo, crees que sigues estando preparada, dejarás de ser tú, vivirás conmigo, encerrada, en silencio, aislada, trabajarás para mí a cambio de nada, tan solo de mi presencia. Pero te darás cuenta de que en realidad, tu sumisión ya tiene un componente permanente, la única diferencia es que aún mantienes tu criterio y tu independencia, y ante el chasquido de mis dedos estás ante mí, de rodillas, sin preguntar, porque ambos lo deseamos. Si quieres perder eso, adelante.

Tienes 167 horas y 59 minutos.

Wednesday