Los maestros del lenguaje connotativo se camuflan en expresiones variopintas para justificar sus malas artes. Yo también, no lo niego. Quizá Miyagi fue el que catapultó esta manera de entender ciertas cosas, lo que si es claro es su enseñanza al joven Daniel San, impaciente y queriendo correr veloz para aprender cuanto antes el noble arte de dar patadas voladoras y partir la jeta a los discípulos oscuros de los alumnos del gimnasio molón y con aires de West Point.
Parece un poco ridículo contarle esto a una sumisa al pedirle un poco de confianza, no demasiada por la diferencia de intenciones de uno y de otro, pero para no extendernos demasiado, si eres impaciente, vete a tu puta casa o en su defecto al gimnasio oscuro donde otros dominantes están dispuestos a hacerte fregar las letrinas y lamer el suelo por donde ellos pisan, por sistema.
Como decía, Miyagi enseñó bien al joven Daniel San y tanto lo hizo, que terminó haciendo la gruya medio grogui para enmendarle la plana al paleto de turno. Es de esperar que vosotras no esperaréis que el segundo día tengáis en posesión un collar o lo que equivalga a eso, una cruz de San Andrés donde haceros alguna perrería muy maja, vuestras propias cuerdas, un rincón donde reposar y un kit de supervivencia para que os cure las heridas. Porque del dicho al hecho hay un trecho. La confianza tarda mucho en ganarse, una mirada tarda mucho en ganarse, un azote tarda mucho en ganarse y una posesión, tarda mucho en ganarse. Me repito bastante, que le voy a hacer, la edad no perdona y me he dado cuenta de que por mucho que lo repita, no os dais por aludidas. Quizá es que me explico como el puto culo.
Quedó claro en una entrada de cuyo nombre no puedo acordarme, que me gusta la cera. Dar cera también. Calentar, observar la llama, viva, conteniendo la rabia hasta que toca de nuevo la cera líquida, ver como crece en su fuerza y sentir como cae en un alto horno sobre tus pezones, tu espalda arqueada, tu quejido ahogado por mi mano o por una mordaza, según se me antoje. Es hermoso verte así, es hermoso llevarte hasta ahí.
¿Y crees que eso se consigue en una semana? ¿en un mes? ¿en una sesión? ¿después de una conversación guarrilla por Whatsapp?
Igual crees que me he caído de un guindo o igual piensas que esto funciona así. Cualquiera de las dos cosas solo te hacen carne de cañón y yo soy más de batirme en duelo. Los guantes los pongo yo en tu cara, junto con la hostia correspondiente.