No había tirabuzones más hermosos. Estaba seguro de que eso no era verdad, pero le daba igual cuando los recorría con sus dedos. Eran lo que él quería que fueran. Ella caminaba calle abajo, distraída y oliendo el aroma a mantequilla que se escapaba por las rendijas del escaparate de la pastelería. Sonreía sin querer y eso hacía que anduviese con más energía. El tiempo era aún fresco, los suficiente para que el pañuelo anudado al cuello no le molestase. Las piernas desnudas y acompañadas por el vuelo de la falda estampada. Lamió la patilla de las gafas de sol con descaro y la dejó deslizar por el labio pintado de rosa fucsia. Luego se las puso.
Él se lo imaginaba así siempre mientras desde atrás, contenía la respiración y evitaba parpadear. Por delante ella, a sabiendas de que la distancia era tan pequeña como ella, mantenía la energía del paso. Clavaba los tacones en el suelo de la misma manera que se los clavaba en el pecho cuando se postraba obediente. Gozaba de esa sensación de choque contra el pavimento que recorría con fuerza cada una de las fibras de su pierna y retumbaba en el culo. Ella sólo tenía que chasquear los dedos. Cuando llegó al portal se paró en seco. El portón de madera era majestuoso y el sonido metálico de la cerradura cuando él abrió sonó seco y pesado. Abrió la puerta y le cedió el paso sin dejar de mirar al suelo. Atravesó el dintel y se quitó las gafas parándose nuevamente hasta que el sonido de la puerta al cerrarse trajo una ligera oscuridad. Notó las manos nerviosas por debajo de la falda. Se giró y golpeó la cara con el dorso de la mano. Luego separó las piernas y le susurró “Si tienes sed, pide permiso”.
Se tumbó bajo el arco que formaban las piernas mientras la brisa que entraba por debajo del portón hacía ondular la falda como si fuera una bandera. Él abrió la boca y ella cerró los ojos, enceguecida por la demostración de pasión. Cuando terminó se limpió los zapatos en las perneras de los pantalones y le invitó a que bajase a limpiar aquel desastre. “Desnudo” le dijo cuándo comenzó a subir el primer tramo de escaleras.