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Cada día, millones de hogares se despiertan al son del azote y tente tieso, de desayunos muy cremosos, de cuerpos entregados y compartidos en aras de satisfacer y encontrar en beneplácito del dominante, del amo, del señor y dueño, poseedor de todo aquello que abarca su mirada. Cada mañana, mientras se desperezan frente al espejo, componen odas magníficas con las que adornar su omnipresencia en todos aquellos lugares a los que se han invitado y han entrado sin llamar.

Cada día, millones de hogares refrescan sus rostros en pos del control absoluto de las emociones y discrepancias resumidas en mensajes de texto que componen los cimientos de la sumisión y dominación actual. Se quitan las legañas nocturnas que arropaban la cotidianidad de una vida normal, corriente y común. Frente al espejo, millones de personas se transforman, se alzan, enseñan sus capas o entregan sus manos mientras se maquillan o se extienden cremas rejuvenecedoras

Cada día, millones de hogares remontan el río de la normalidad para llegar al nacimiento de su dominación y de su sumisión que luego, exponen sin ningún pudor ante los ojos de los demás, que, entre tanto millonaje, será entendido. Ellos se entienden entre sí, luchan bravos como los salmones cuando suben río arriba dispuestos a desovar sin percatarse que, por el camino, unos adorables osos amorosos preparan sus fauces para desgarrar toda la carne que puedan. Ríete tú de Misha, Yogi, Chu lin y Winnie de Pooh.

Cada día, millones de hogares se disponen a responder y aleccionar y esos mismos millones de hogares a aceptar y asentir que todo aquello, aun no siendo discutible, será cierto.

Y con ello no digo que esté mal, más bien al contrario. Esa dignidad permisiva que aceptamos mientras intentamos averiguar cómo será la mirada de esos ojos ocultos tras una imagen en blanco y negro casi siempre, como la mía, por ejemplo, mientras se reciben invitaciones de entrega exprés, y órdenes a portes pagados.

Ahora que la boca está fresca, la cara limpia y los ojos llenos de mierda, como siempre, uno se da cuenta de que como rezaba el eslogan de Colgate y haciendo un símil, 9 de cada diez amos y sumisas son de cartón piedra.

 

Wednesday

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