Sujetando tu mano, mientras alargabas el brazo prolongando el horizonte. Los dedos entrelazados resultaban una imagen irónica que yo miraba y tú esquivabas. El pelo, como un telón opaco, se interponía entre el sol cayendo a plomo y mi yo plomizo. Las palabras envueltas en tequila, sin hielo pero frío por lo cortante, creaban una distancia imposible, de las que engañan, de las que piensas por el aroma de la piel y el sabor de la saliva que todo puede ocurrir. Los brazos tensos, los nudos en los dedos, el cuerpo cimbreante como cuando bailas a solas y a veces pensando mí, mecido por un aire inexistente, el del miedo y la congoja. Quieta, quieta, en silencio, por el orgullo o el desdén, por el odio o la tristeza. Luego, desde el presente, con todo flotando, nada caído aún, con todo en el aire, aprieto fuerte los dedos sobre los tuyos, imaginando tu cuello, el que alguna vez fue mío, efímero instante que siempre tendré en la memoria, remontando los ríos que desde mi boca desembocaban en la tuya, entrando por tus ojos y devorando con la imaginación tu mundo y tus entrañas.
Se puede tener vacío en cercanía, la espalda aunque hermosa tapar la luz y durante un tiempo jugar a esquivar los rayos invisibles pero certeros. El tacto busca la sonrisa, el toque de atención se inmiscuye en los pensamientos pero en todos ellos la voz susurrando sin saber que lo hace, soltando deseos ocultos que entre las carcajadas intenta ocultar.
Necesito el tacto que me da desde la distancia y pido el silencio de su cercanía. Acaricio las cuerdas que siempre tuve dispuestas, perfectas y ordenadas en contrapunto con su manera anárquica y displicente, las sábanas negras que iluminaban su cuerpo y su vergüenza.
Y sólo es el tiempo, el pasado perfecto, el presente ausente y el futuro distante. Cambio y espero a que el telón caiga y el sol se ponga en mi espalda para poder tirar de tu brazo y ver las marcas de mi presencia en tu mirada, y el olor a tequila en tus palabras.
Wednesday