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La gente ha cambiado porque el mundo ha cambiado. No hay una pérdida de valores, éstos, como sucedió en épocas de cambio o convulsas, han sido fagocitados por unos nuevos. No son mejores, ni peores. Solo diferentes. Muchos chocan con nuestros convencionalismos morales, heredados de épocas oscuras donde la opresión y el desconocimiento eran la capa con la que la mayoría se protegía de la propia vida. Tan arraigados, que nos cuesta discernir cuan buenos son los nuevos y en nuestro interior se nos revuelve todo porque chocan con esos pensamientos tan lejanos como arcaicos. Los viejos los disponemos en público, como una bandera, el estandarte que elevamos en nuestro pendón y llevamos con orgullo casi hasta las últimas consecuencias. Y las últimas consecuencias somos nosotros mismos.

Cuando afecta directa o indirectamente, el estandarte se recoge, no sea que nos vean y nos pregunten, nos remuevan nuestra intimidad y cambien de sitio los muebles de nuestra vida. Es entonces cuando los nuevos valores deberían hacernos sonrojar pero sin embargo, fortalecen unas decisiones tomadas desde lo más profundo de nuestro ser. Lo mío es mío y no lo toca ni dios. Esta dualidad social, la primera relacionada directa con aquello que prácticamente no vivimos en persona y donde somos capaces de dar hasta lo que no tenemos, de empatizar con personas que no conocemos, con causas imposibles, desastres al otro lado del mundo, gritos de repulsa contra los que se oponen a lo que la mayoría reclama. Y luego, cuando ven una mano tendida, la que necesita ayuda, algo de tiempo, de dedicación, la solicitud del hombro o simplemente estar, todo se convierte en humo, como el de los conciertos para ocultar la salida de la banda.

Sumisa, se parte de lo último, porque de lo primero tenemos todos para dar y tomar. Dos manos a veces no son suficientes para sentir toda la ayuda que necesitas, sin embargo, la presencia y la firmeza de la figura estática y férrea a veces, moldeable otras tantas, siempre la tendrás delante de ti.

Necesito pocas cosas, en realidad casi ninguna y perder el tiempo no es una de ellas.

 

Wednesday

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