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Pero la sumisa anhela encontrar quién con la mirada, con un gesto, con una respiración, con un latido, le transmita toda la información y que ésta no se pierda entre el ruido infernal del canal de la comunicación del bdsm actual. Hay parejas, amo y sumisa que han conseguido esa conexión y es, desde luego, algo maravilloso de presenciar. Envidiable y hermoso.

Ahora, debemos entender que esto se consigue con dedicación, esfuerzo, comprensión, disciplina y diálogo. Pero sobre todo tiempo. Porque el quid de la cuestión, lo realmente importante es eso. El tiempo. Analicemos ahora el tiempo que dedica un dominante a la sumisa a través de un canal repleto de ruido como es cualquier red social y pensamos en la soberana estupidez de pretender que ella acepte y sepa las normas y acate sin rechistar algo sin haber mirado a los ojos a ese dominante. Yo no daré la respuesta, porque se escribe sola.

Así que estamos ante una encrucijada que puede resultar divertida pero que en el fondo es patética. Está claro que los que hacen ruido tienen éxito. Y todo esto tiene que ver en cómo nos ha transformado la sociedad y como nosotros la hemos moldeado utilizando recortes de un lado, retazos de otro, panfletos incendiarios, conversaciones adustas, imágenes controvertidas y las hemos metido en una coctelera enorme, para después agitarla y extraer una serie de circunstancias que poco o nada tienen que ver con la dominación y la sumisión pero que, hoy, tiene tanto fulgor, que ha dejado ciegos a todos, incluidos a los que saben de lo que se trata.

Es fácil criticar las redes sociales, de hecho es hasta divertido. No la red social en sí, que solo es un medio, sino a los que se exponen en ellas con sus armas de madera, poseedores ellos de la creencia de su poder masivo. Es algo tan vasto, que centrarme mínimamente en ello tampoco aclarará gran cosa. Además, no es desdeñable tampoco el hecho de que éstas han dado un espaldarazo brutal al conocimiento del tema, y ya se sabe, cuanta más gente lo conoce, más gente opina. Y la opinión siempre es buena. Sobre todo para reírse un poco, porque es como los culos: todos tenemos uno.  Andaba yo a la gresca con algunas de mis tribulaciones cuando la realidad del mundo de carne, cuero, cadenas, sangre y hueso no es menos despreciable. Y todo porque la realidad supera a la ficción, y en esto del bdsm no hay por donde cogerlo.

¿Dónde busco un dominante?

 

Wednesday

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