Mordí un trozo de un sandwich vegetal que me había comprado y le ofrecí. Mordisqueó a regañadientes pero hambrienta y siguió con una perorata ininteligible mientras masticaba y gesticulaba con las manos. Chulito, sobrao, de que vas, que te crees eran algunas de las lindezas que soltaba por la boca mientras yo seguía mirando divertido. La bandolera seguía marcando claramente sus pechos, dividiéndolos en dos territorios que ella creía inexpugnables pero que yo veía como conquista necesaria a toda costa. Ahora sí que se los miré, descarado, fijando los ojos en las marcadas areolas y los pezones curiosamente duros.
Se ruborizó porque no se lo esperaba pero yo me distraje pensando lo que podía hacer con ellos. Mientras lo hacía, saqué una libreta y empecé a dibujar, mientras hablaba iba haciendo trazos que poco a poco iban tomando forma.
Miró el boceto y se mordió el labio, acariciaba el papel como intentando imbuirse en el dibujo, entonces las preguntas salieron como un torbellino y empezó a revolverse en su asiento. Mientras ella hablaba, preguntaba y ponía caras, yo seguía comiendo el resto del sandwich que aun estaba en el plato, evitando que las migas cayesen sobre el papel. Terminó echándose hacia atrás, sonriendo.
¿Así me imaginas?
Bebí un trago de agua y le devolví la sonrisa. No, no te imagino así. Por un momento la luz de rostro desapareció. Así te voy a tener. Mis palabras taladraron sus oídos y se atragantó con su propia saliva. Probablemente sintió el dolor en los pezones mientras imaginaba como sería tenerlos prisioneros entre dos barras mientras poco a poco se iban apretando. Seguramente sintió las pulsaciones de la sangre en la punta de ellos, notando como la sensibilidad crecía un poco cada vez. Seguramente sintió su saliva gotear de su boca amordazada sobre sus exuberantes pechos, notando la barra fría entre ellos y sus manos atadas a la base mientras estaba de rodillas.
Pero ya era momento de subir al autobús de nuevo. Arranqué la hoja de la libreta y se la di. Espero que te haya gustado verlo. Ahora sabes que sentirlo es infinitamente mejor. Salí por la puerta sin mirar atrás y me subí al autobús. Ella en cambio permaneció un par de minutos sentada, observando de nuevo el dibujo, cada detalle. Entonces se sintió húmeda, como nunca lo había estado.
Ufffffff yo también
Tómalo con calma y ten agua cerca para hidratarte. Va para largo.