El amante a la espalda
Ni siquiera la brisa del mar era ajena a aquellos pliegues. Los pasos de separación se podían contar con los dedos de una mano y, aun así, había una descomunal distancia. Las mentes pueden parecer sincronizadas, pero siempre se encuentran ajenas unas de las otras. En aquella ocasión, cada perspectiva era diferente y, sin embargo, …