Siempre que me hablan de otk, no puedo remediar escuchar la voz nasal cantando eso de “Historias de amor, ojos que miran con ilusión. Pasiones vividas entre los dos, imposibles de borrar”. La virgen, que grupo más malo. Quitemos el amor y los ojos y sustituyámoslo por ojete. La visión de un culo sobre las rodillas, esperando ese color rojizo con pequeños puntos bien marcados en un rojo más intenso es un deleite.
Clarita tiene un culo hermoso, hermoso en todos los sentidos. Es redondeado, con esas curvas afrutadas que da el melocotón y suave como éste. Respingón incluso cuando la golfilla no le da por levantarlo mientras me sonríe de lado y se muerde el labio como sabe que me gusta. Siempre ha habido clases de zorras y ésta, se siente en las madrigueras de los conejos como en casa. Lo mismo le pasa a mis dedos. Al final de la espalda, dos hoyuelos, simétricos e hipnóticos. Un sistema doble en el que el universo entero gira perfectamente sincronizado.
Hoy ha sido mala, se ha portado como una verdadera zorra, a propósito desde luego y he dudado mucho si hacerle una imitación de Chiquito de la Calzada o ponerle sobre mis rodillas y enseñarle un curso acelerado CCC, guitarra incluida, de porqué no tiene que tocarme los cojones. En verdad, Clarita nunca ha recibido un castigo como este, no sabe lo que significa no poder sentarse en varios días y luego, durante el resto de la semana, parecer que estás rodando un anuncio de Hemoal. El primer azote surcó los cielos e incendió el infierno. Es adorable cuando dice ¡Au!
Me pierdo en su culo, es inevitable. Cada azote calienta el aire, su piel enrojecida podría hacerme mechas en la barba. Después de cada par de azotes, o tres, a veces pierdo la cuenta por el sofoco y el calor, acaricio la piel ardiente, suavizando el dolor y preparando el siguiente. Me clava los dedos en las piernas, pero aguanta como una campeona. Sabe que si no lo hace será peor y terminará escuchándome diciéndole eso de, siete caballos vienen de bonanza.
Cuando termino, me siento como Piet Mondrian y doy los últimos toques a mi obra de arte. Me gusta más mancharme de sangre que de pintura al óleo.
Clarita es mi musa, y sobre su culo, degusto el chocolate y la frambuesa, el almíbar y la miel.