Dar cera, pulir zorras.

Se le veía contento, el pecho hinchado, mucho gozo y suficiencia. A su lado un par de nenas, parecían novatas y se miraban desafiantes, como intentando conseguir el galardón de rookie del año. A él, por su porte, parecía que le importaba una puta mierda. Un pasito atrás cada una, esbeltas figuras, una de ellas, turgente y poco natural, agraciada en toda su longitud. La otra, lozana, natural y con una piel que gritaba yogur griego a pleno pulmón.

Se daba la vuelta y entre carcajada artificial palmeaba los traseros que se meneaban gozosos ante tanta atención. De perras iban sobradas. Sin que me sorprendiera, alargó dos cadenas de la misma longitud, posiblemente su origen fuese el Kiwoko, a saber, y el collar, de polipiel pronto quedo adornando aquellos cuellos deseosos.

Se sentía como el puto Señor Miyagi, pero esto no era kárate, querido-san. Y ahí estaba yo, aprendiendo a ver como enseñaban, aquella disposición que siempre me pareció extraña, observando como ellas bajaban la mirada por puro automatismo que por necesidad, como se arrodillaban con torpeza ante el grito transformado en orden. Y sobre todo ello la socarronería de quien se siente amo. En aquellos momentos lo de beber para olvidar venía que ni pintado pero me hubiese atragantado ante el despliegue portentoso de fustas, colas de gato, ganchos, cuerdas, látigos y máscaras. Todo marca A.C.M.E.

Poca chica, menos limoná y demasiado circo para mi gusto. Pero el Señor Miyagi se olvidó de algo sustancial. El tráiler de 50 sombras de Grey da más cera aunque se pula a menos zorras.