Hay momentos dentro de una relación D/s en el que el planteamiento de abandonar puede parecer una losa de peso inconmensurable. Ni siquiera voy a tocar un abandono porque la sumisa no se comporte ni obedezca o se lo tome a cachondeo porque entiendo que eso no es relación D/s ni es nada, así como la del dominante que lo único que busca es engordar su polla. El desgaste por la distancia, por las incompatibilidades de horarios (es obvio que la mayor parte de estas relaciones aun pudiendo tener un componente 24/7, sin una cercanía o convivencia serían imposibles) el ajetreo de las vidas de cada uno… En definitiva, nos abordan esos pensamientos de si será conveniente abandonar, poner fin o como queráis llamarlo. No hay mucha diferencia entre una relación D/s y una estandar en estos casos. Los motivos suelen ser los mismos.
Pero yo me voy a centrar en la del dominante. Perdemos de vista en ocasiones que la sumisa es un bien preciado no como mujer (que también) sino como valor de entrega. Con el tiempo olvidamos las directrices que tenemos que primero enseñarle y después hacer que cumplan porque lo ocioso hace que se dispersen. La sumisa piensa y mucho, y así debe ser y sus dudas deben estar resueltas con presteza por el dominante. Si esto no es así, el pensamiento se vuelve caótico, los celos, la soledad y la falta de comunicación aparecen y se convierten en armas peligrosísismas que se vuelven en contra en la primera ocasión. Si en la entrada de hace unos días hablaba de perdón, quizá hoy debería hablar de la introspección que debemos tener cuando las circunstancias son adversas y nos encontramos en una situación semejante.
La respuesta o respuestas son variopintas y complejas. Pero la mas sencilla, como siempre, es la de asumir las responsabilidades de la situación y poner remedio. La sumisa siempre estará a tu lado a no ser que seas un auténtico gilipollas, y aún así, probablemente estará también. En cambio nosotros, rápidamente pasamos a otra cosa, al trueque, negando lo que había, o lo poderoso que era para emprender una nueva aventura, como si lo anterior no hubiese tenido ningún valor.
Como siempre, no negaré que lo he hecho y como siempre, asumo la responsabilidad de mi mala praxis. Intento aleccionar de la mejor manera que sé y cuando abandono, cuando doy por concluido algo, sé positívamente que lo hice lo mejor que sabía. Por eso cada día sigo aprendiendo, para no cometer los mismos errores otra vez.