Unir dos puntos distantes salvando un accidente, tender un puente, fijar columnas, inamovibles. Una estructura de hormigón bien diseñada, bien estructurada y construida, asentada en unos cimientos sólidos, es capaz de soportar los envites más fieros de la naturaleza. Esto tan básico, le dijo en voz baja, es útil para todas las cosas de la vida. Los dedos se iban clavando al mismo tiempo que la cuchilla cortaba con sencillez la piel. Los brazos anudados a la espalda y las piernas separadas, elevadas unos centímetros del suelo, suspendida y flotando en el éter del aliento soberbio de su dueño. En el papel, continuó, el dibujo se convierte en magia. Los bocetos pueden hacer que nos volvamos locos al vislumbrar lo que podremos conseguir, la magnificencia de nuestra obra. Muchas veces, el error se comete antes siquiera de comenzar a construir. Giró con una mano el cuerpo y éste se meció como las espigas lo hacen con la brisa. Pegó su cara a la de ella.
Uno hace cálculos, sencillos, complejos, variables que creemos controlar, otras que ni siquiera imaginamos se presentan cuando agujereas la mente, profundizando tanto como puedes para clavar el forjado en el que luego depositarás el cemento y la grava mezclada. Esa pasta indómita que mientras se endurece para iniciar tu creación se calienta, se calienta, y arde como tus entrañas. La impaciencia hace que no cavemos suficientemente hondo, o que apresuremos a levantar nuestro puente cuando los cimientos no están suficientemente curados. En cualquiera de los casos, el tiempo dictará la sentencia. Pasaremos de poseer algo capaz de soportar las inclemencias del tiempo y la vida, el golpeo de los tsunamis emocionales a sentir como una simple gota de orgullo erosiona cada micra de esos cimientos. Pensaremos que su dureza lo soportará todo pero se deshará como la arena de la playa y se escurrirá entre los dedos. Mordió el lóbulo de la oreja y erizó su vello.
Podemos hacerlo rápido, levantar las columnas con prisa viendo lo hermosas que son y lo bien que soportarán la estructura final, el puente, lo que hará que pasemos de un lado a otro tan deprisa como podamos observando el paisaje, el horizonte de nuestras emociones y bajos nuestros pies, el reguero de pasión empapando nuestro territorio.
Podemos hacerlo rápido o podemos hacerlo bien. Podemos esperar a que los cimientos se enfríen y sean capaces de aguantar todo lo que pondré sobre ellos. Que ni la lluvia de las lágrimas, del flujo o la sangre sea capaz de deshacer ni un ápice lo que que pretendo construir. Y después lanzar una cuerda y otra y otra más, unir dos puntos desconocidos en el pasado y dejarlos en el mismo sitio porque no deben cambiar su ubicación, tan solo tener un camino común. Y después tirar de esas cuerdas en un vaivén de tensión y poder, hacer arder mis músculos quemados por tus gritos de dolor y de placer para no tener que mirar el horizonte porque el puente que hemos construido, ya lo es.
Soltó el cuchillo, las cuerdas y dejó que plantase los pies sobre el suelo firme. El puente, los cimientos, acababan de ser dibujados en su piel.
Wednesday