El dominante no se acerca a todo el mundo, sólo busca los que son dignos de su trato. Tampoco huye de todo el mundo y sí sólo de aquellos que merecen bien que se huya de trabar relaciones con ellos. Se debe dar gracias a que haya gente mucho más sabia que uno mismo, para darse cuenta que en estas palabras está implícita una gran verdad. No es que haya mucha diferencia entre una gran verdad y una verdad a secas, es lo mismo en realidad, pero le da empaque y últimamente se me ha subido esto de ser molón.
Intentamos medir casi todo, la verdad, la mentira, el dolor, la complacencia, la satisfacción, incluso el respeto. La medida de todas las cosas, por medir que no quede. Aquí cada uno puede medir lo que le plazca, ciruelos incluidos y dar un margen de mejora de centímetros, no vaya a ser que ese número incite al descojone. Es mucho mejor tirar por lo alto, que para bajarse o que te bajen del guindo habrá tiempo.
El respeto está en todas partes, a nuestro alrededor, en nuestro interior, incluso cada uno tiene un respeto individual, aquel que sirve para medir como nos invaden o como nos tocan los cojones. La realidad es que el respeto solo tiene una medida, aprender como es uno mismo y entender que eso no puede cambiarse ni debe. Y por ende, los demás lo acepten. Si no, carril, tira millas, a tomar por el culo, a tu casa, a paseo, fuck you. Un poco radical, lo sé.
Ah, perdón, que no vamos de ese palo, ya me parecía a mi. Lo normal es que cuando uno exige respeto, respete, es lo suyo, por cortesía cuanto menos. Pero somos ingenuos, crédulos y gilipollas de manera sistemática. Nadie respeta por ese mismo sistema, porque en el fondo todos nos ocultamos, todos escondemos nuestro yo porque es nuestro, ¡qué coño! y lo más habitual es que no se entienda. ¿Pero de verdad nos preocupa que se entienda? No, lo que nos preocupa es que no nos rechacen y nos desplacen.
Por eso las sumisas las pasan putas cuando tienen ese sentimiento tan marcado y determinado. Alguno que otro debería darse un paseo por el mundo sumiso, sobre todo cuando empiezan o cuando están perdidas. Ni una puta bengala a veces sirve para sacarlas a flote.