Instintivamente cerró la boca. El golpe fue tan certero que la polla al salir le golpeó la cara, esparciendo saliva a su alrededor. Se volvía loca cuando le atragantaba con tanta fuerza, esa mezcla extraña de repulsión y de sentirse aún más atravesada. El siguiente golpe le devolvió a de vuelta a la realidad de la situación. Su cabeza estaba atrapada por sus enormes manos mientras los dedos se clavaban en el cuero cabelludo y le forzaban a volver a tragárselo sintiendo como la punta hacía de ariete para llegar más allá de la garganta. La saliva abundante, se derramaba como un torrente desbordado tras un aguacero y los músculos abdominales se tensaban aguantando las arcadas constantes en esa ida y venida que su boca sabía lubricar. Cuando el aire entraba las lágrimas salían y los pulgares las apartaban con insignificancia. La verdad es que a él sentir los dedos húmedos por aquellos ojos verdes le excitaba y le conducía sin descanso a ese lugar indómito dónde se sentía todo poderoso.

Entonces cambiaba de posición y dejaba que su cabeza cayese por el borde de la cama y sin dejar de presionar su cuello, volvía a llegar a su garganta, primero despacio y profundo, dejando caer el peso del cuerpo sobre su cara, quedándose allí una eternidad tras otra, jugando con la presión de los dedos en sus arterias, notando la congestión para después salir con una horrible lentitud que hacía que su lengua succionase cada centímetro del tronco. El coño hinchado desde hacía tiempo chillaba por que le dedicasen un buen rato pero sabía que aquella vez la boca sería la anfitriona. Pero se equivocaba.

Mientras saboreaba esa mezcla de saliva, sudor, sexo y aire enrarecido un latigazo estuvo a punto de hacerle cerrar la boca con fuerza. Cuando comenzó a golpearle el coño estaba concentrada en su garganta. El instinto le hizo escupir pero él se lo impidió atrayendo su cabeza contra la base de su polla y abdomen. El dolor intenso recorrió el cuerpo de arriba a abajo y se flexionó evitando la mordedura y dejando escapar la energía al exterior. No lo suficiente cuando recibió los siguientes golpes. Más que el dolor en sí fue la sorpresa. Se rehizo como le había enseñado y separó aún más las piernas dejando ver el esplendor de su vulva hinchada. Entonces comenzó a follar la boca con tanta energía que sus tetas se bamboleaban de arriba a abajo, haciendo temblar los pezones y cuando él sacaba la polla por completo de su boca, la mano caía como un relámpago sobre su clítoris, acompasando los movimientos que se mezclaban a la perfección con los gemidos rápidamente ahogados. Ella dejó de ver, solo sentía, solo escuchaba como cuando el tren entra en el túnel y el traqueteo del vagón rodando sobre las juntas de las vías, dónde las luces tenues de los compartimentos intentan dar vida a la oscuridad alargada, dónde se produce esa sensación fantasmagórica hasta que el orgasmo se precipita y arque la espalda para dejar una vía libre al semen escurriéndose directamente a la garganta, oscura como el túnel.

La salida siempre es luminosa y el lametón que él le dio en los labios hinchados y aún doloridos fueron una recompensa más que suficiente. El sabor de su semen era el salvoconducto.