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Por mucho que asimilemos que en nuestras manos tenemos un poder inmenso que volcamos sobre nuestras sumisas, casi nunca nos damos cuenta de que ese mismo poder difícilmente lo controlaremos si no estamos atentos a lo que éste produce en ellas. El poder físico, el poder verbal, el del mandato, el de la mirada y el gesto. Todos ellos si no son canalizados de la forma correcta, se vuelven devastadores. El cuidado de la sumisa es fundamental, para el dominante y para ella, porque si no se forja un equilibrio entre ellos, la tendencia será irremisiblemente autodestructiva.

A veces he visto sumisas despreciadas por sus amos simplemente por no haber entendido una orden. No por el hecho de hacerla o no, sino por no saber a que venía la misma. Algunos pensarán que eso da lo mismo, se hace y punto porque para eso es una orden. Pero no. Las órdenes se acatan y se respetan y posiblemente la sumisa aun no sabiendo el motivo entenderá “el motivo” del dominante. Pero cuando esta orden no sigue ningún criterio, ya sea por absurda o por abusiva, la sumisa pierde la noción de su posición. Si es buena sumisa, acatará y más tarde discutirá con el dominante los motivos. He dicho discutirá, sí. No quiero hacer diferencias entre buenas sumisas y malas sumisas, es solo una referencia a seguir. Una sumisa buena o quizá experimentada, sería más adecuado, difícilmente permanecerá mucho tiempo al lado de un dominante patán. 

Sumisas psicológicamente destruidas, físicamente apabulladas y aun así arrastrándose y mendigando ese dolor impropio que caen una y otra vez en el mismo tipo de dominantes, capaces de no empatizar jamás con ellas porque no es su tarea, y en cambio, hacerlas sentir basura, es primordial. 

Cuando entiendes que ese poder no solo sirve para producir dolor físico ni llevar a una sumisa a un estado límite de dolor psicológico, cuando entiendes que si llevas su cuerpo y su mente hasta allí también tienes que traer de vuelta esa misma esencia y pasión, entonces te darás cuenta de lo que supone tu poder. De cualquier otra manera, solo sabes pegar y gritar. 

Llámate como quieras, pero dominante, no.

 

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