Cuando cerró el grifo de la ducha y el chorro de agua se cortó, abrió los ojos, salió de la ducha y observó su cuerpo desnudo frente al espejo entre la bruma del vapor caliente que aún flotaba en el aire. Piel blanca y tersa, se veía hermosa y perfecta en la medida de que la perfección era algo subjetivo y medible, pero ella, así lo sentía. Y esa misma confianza era la que transmitía y los hombres veían en ella. Portaba como estandarte la seguridad de saber lo que era y lo que quería y los demás se plegaban a sus deseos. No podía ser de otra manera, siempre ganaba, siempre estaba en disposición de obtener aquello que deseaba tan solo con una ligera sonrisa, una caida de ojos, o morderse el labio, o ladear la cabeza. Había tantas maneras y todas ellas las conocía a la perfección, que se había vuelto rutinario. Se vistió con celeridad, agarró el manojo de llaves que arrojó al fondo del bolso, se hizo una coleta con sencillez y miró su teléfono. En la ventana flotante, se perdían el número de notificaciones. Volvió a bloquearlo y siguió el mismo destino que las llaves. Cerró la puerta tras de sí y bajó trotando las escaleras como hacía todos los días.

Cuando pasó caminando frente a la librería ralentizó el paso y echó un vistazo a su interior. Todavía albergaba la esperanza de que quizá podría volver a verle, sin embargo, dentro no había nadie. Aceleró de nuevo el paso y bajó la calle respirando los olores madrugadores de las calles de la ciudad, donde se mezclaba el aroma dulzón de la bollería con el ocre de los restos de la fiesta de la noche ya finalizada. Se puso los auriculares, pulsó el play y empezó a sonar 21st Century Sha la la la Girl. Los pasos se hicieron más firmes y empezó a sonreir:

Kiss this, you’re blowin’ my mind
Never say never, but I’m takin’ my time
Girl to the world from the A to the Z
I fall for you so easily
Catch my breath cause I know too well
That I just can’t control myself
Realize we synchronize
It’s only when I close my eyes

Se paró sin pensar, no sabía porqué estaba haciendo aquello, giró sobre sus pasos y volvió a la librería. Entró y hablo con la dependienta a la que conocía desde hacía mucho. Sin darse cuenta estaba investigando los motivos por los que aquél hombre estuvo allí, buscando algo que no encontró. Shibari. Se quedó igual que cuando entró, no tenía ni idea pero la curiosidad se cebó en esa mente inquieta. No tardó demasiado en descubrir lo que era, no tardó demasiado en darse cuenta de que su cuerpo era imperfecto, no tardó en comprobar que aquellas cuerdas alrededor de su piel vestirían su esencia como nada lo había hecho antes y descubrió que por muy hermosa que se viese frente al espejo, su cuerpo era absoultamente imperfecto porque en su desnudez estaba desnuda. El resto del día investigo, observó y creyó sentir que sería de ella con aquellos adornos en su piel, pero lo que realmente deseaba era conocer si aquel hombre era capaz de moldear su imperfección.

De pronto se vió abocada a que sus deseos estuviesen plagados de sensaciones desconocidas, levitando colgada, amordazada por los deseos, explorando el espacio en un balanceo perfecto y en el centro de todo aquelló, él y su mirada, sus manos precisas. Así se lo imaginaba y sentía, y el día acabó para dar paso a la noche donde ella se sentía como pez en el agua. He conocido a alguien desconocido les dijo a sus amigas, alguien que en diez segundos ha sido capaz de volarme la cabeza, estrujar mis entrañas y destruirme con una mirada. Se dio cuenta al pronunciar esas palabras que sus bragas habían quedado completamente anegadas. Su cuerpo perfectamente imperfecto necesitaba completarse.