El olor era fuerte, condensado, pero no le pareció desagradable. La oscuridad, en cambio, le resultó pesarosa y temió en los primeros pasos. Un suave no estés asustada le relajó convenientemente mientras la seda se deslizaba por su frente hasta tapar sus ojos. La negrura fue mucho más intensa y sintió como débilmente las piernas le temblaban. Sintió una mano apoyada en el arco de su espalda que empujaba con firmeza y soltura. El aroma varonil, el sudor y el alcohol le sumieron en un ligero frenesí cuando la ropa iba desapareciendo de su cuerpo y el roce la piel con numerosos dedos conseguía que su vulva crepitase como una hoguera recién prendida. Cuando se quiso dar cuenta estaba tumbada boca arriba, con los brazos extendidos hacia atrás y atados por las muñecas, las piernas abiertas formando una uve muy amplia. Entonces,en dos partes de su cuerpo distantes,sintió sensaciones encontradas.
Las manos presionaban su cuello, que caía hacia atrás esperando precipitarse en un abismo y sin apenas esfuerzo sintió como su boca se llenaba hasta la garganta. Quiso protestar, pero una enorme y fría lengua lamió su coño haciendo que temblasen todos sus huesos. Al mismo tiempo que sus tetas era aprisionadas por manos ásperas que las manoseaban, comenzó a sonar con estruendo Leave it alone. Desconocía como podrían saber su canción favorita y mientras pensaba en ello, sus piernas seguían temblando y sus tetas eran sujetadas por más manos. Le costaba respirar y aquella polla solo conseguía llegar más y más profundo mientras comprendió que el aire tampoco llegaba a sus pulmones y la saliva peleaba por salir en torrente por la comisura de sus labios. Se imaginó el lugar iluminado ahora y siendo observada por todos los que estaban en la sala, acercándose cada vez más para contemplar su cuerpo lamido y amasado y eso le hizo que ardiese aún más.
El olor a sudor se intensificó y percibió esa presencia multitudinaria a su alrededor, más manos, algunas frías y húmedas, seguramente por los vasos de sus copas, pero aquella inmensa lengua solo le empujaba de manera irremediable a una tortura endiablada. No podía moverse pero tampoco quería. Se preguntaba por qué no se acercaban más, por qué no tocaban su cuerpo todos, por qué no la violaban repetidamente ahora que estaba indefensa, pero tras la venda solo percibía su presencia mientras su coño se hinchaba de placer hasta el punto de explotar a mitad de la canción. Entonces escuchó el aullido por encima de la música y se sobresaltó.
Después las carcajadas y acto seguido sintió su cuerpo elevarse y su boca libre para respirar. Seguía con las piernas abiertas y las piernas temblorosas por el reciente orgasmo goteaban algo más que flujo. La descargas que su coño desprendía hizo que su cuerpo se balancease y se tensó al recibir el primer latigazo en el clítoris aún sensible. La cabeza le colgaba hasta que alguien le agarró del pelo y le hizo una coleta entre sus dedos, tensándolo con furia y manteniendo su cuerpo estabilizado. Entonces, los latigazos prosiguieron con aquella tortura que empezaba a ser deliciosa. Sentía como olisqueaban su cuello, sus tetas, su abdomen y entre golpe y golpe, su coño se deshacía, empapado y recordando el aullido posterior a su orgasmo, aquella lengua enorme y fría. Y el frío entro en su culo en forma de gancho. Ahora entendía porque le habían recogido el pelo de aquella manera. Le ataron una cuerda, tensada entre el gancho y su pelo. Los latigazos en el clítoris pararon y saltaron a sus pezones que sintió hasta ese momento abandonados. Entre latigazo y latigazo, algunas manos palmeaban sus tetas, las pellizcaban y ella pugnaba por no mover demasiado la cabeza para no tirar del gancho. Pero era todo tan dolorosamente delicioso que no ponía demasiado empeño.
La canción terminó, la venda de sus ojos cayó al suelo y pudo observar maravillada la escena desde lo alto de su figura colgada.
Wednesday