https://unoesloquemuestra.com
Seleccionar página

Deseé tantas veces avanzar glorioso en conquistas imposibles, dando pasos de gigante y abarcando más de lo que jamás podría controlar, peleando, aprendiendo, dejándome la vida y la muerte a un lado, sacrificando mucho de lo que era para encontrar lo que creía que debía ser. El camino no tiene fin, te apartas a descansar a veces, a observar, hasta que decides alejarte un poco de la senda, subir una pequeña colina donde se ve el antes, y lo que podría haber sido, viajeros y viajeras que pasan por lo mismo que tú, ciegos y abstraídos por un canto de sirena que como aquellas, solo contienen un mensaje de perdición.

Entonces te despiertas un día y descubres que lo que deseas y necesitas los tienes a mano, alzando los brazos y acariciando las paredes de tu mundo, que aunque pequeño puede ser infinito y luminoso, o lúgubre y minúsculo, porque es tuyo y se adapta a tus propios deseos. Escuchaba las risas, los pies descalzos, los cuerpos golpeándose, los gritos de terror fingido y las carcajadas. Escuchaba los silencios, los propios y los prestados, los recuerdos cada vez más difuminados por el olvido, las paredes teñidas de rojo, las cuerdas desenrolladas esperando un nuevo comienzo, una alfombra donde poder descansar mientras acaricias distraído el pelo que con tanto cuidado coloca sobre las piernas.

Subes escaleras, las bajas, te paras, algo se te olvida, regresas. Desde arriba el aire ya no es enrarecido y lo ves todo. Ya no hace falta saltar porque todo está en sus sitio, cercano y ordenado. Allí esto, acá esto otro, siempre conociendo que ese pequeño mundo puede ser ordenado y perfecto. Al igual que la vida con sus momentos, el espacio se puede moldear hasta ajustarlo como seas capaz de imaginar para terminar yendo a los mismos rincones y por los mismos motivos y en cada uno encontrar la paz o la violencia. Mirar arriba y ver la argolla, el sustento de todo lo que puedas suspender y por debajo, como el mago vistoso que se supone uno debe ser, la ausencia de red porque las manos son capaces de sustentar el peligro. Ese peligro que ya debería haber desaparecido.

El abrazo ligero, las preguntas indiscretas, la paz de un instante, aunque sea pequeño. Ese es mi mundo.

 

Wednesday

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies