Confundes tu orgullo con el mío, tu ego asume atribuciones que no le corresponden y se erige en el portavoz de mis silencios. Ver, oír y callar. Es relativamente fácil pero lo haces demasiado complicado. Desde tu perspectiva, prolongar mi nombre y dispersar mis actos intentando hacer creer que es un deseo, no es nada más que una torpeza y una metedura de pata, porque ¿Quién cojones te crees que eres?
La cadena se rompió en pedazos dejando caer eslabones interminables que fueron golpeando el suelo en un atronador sonido. Ella no entendía nada, pero lo simbólico de aquella ruptura atravesó su corazón e hizo que las lágrimas asomaran para acariciar las mejillas.
Las lágrimas de la segunda oportunidad, dijo él. No habrá más. Deberías entender que los buenos días, el deseo irrefrenable, la sonrisa por complacerme no se comparte porque es solo mía. Cincelar en letras de neón luminoso lo que eres y de quién eres, te convierte en un prostíbulo de carretera, una señal que dispone un cuerpo y una mente para ser vejada una y otra vez. Yo no quiero putas a mi lado, no quiero escaparates de falso entretenimiento, ni tan siquiera un reclamo para otras advenedizas. Lo que hagas o digas es de tu incumbencia, no tiene que ver conmigo y como tal, mi nombre y lo que soy, tampoco. Todo eso debería haber quedado en nuestro reducto, en esta construcción que poco a poco levantamos, con deseo, práctica, esfuerzo y entrega, de ambos.
Lo conviertes en circo, en deleite de otros y otras que no tienen ni puta idea de lo que soy aunque tú dejas claro lo que eres. Mancillas mis marcas, mis horas entregadas a tu piel, mis momentos creativos con las cuerdas por el simple soplido de la fama efímera y falsa que otros te ofrecen, por la palmadita y la envidia corrosiva que poco a poco va haciendo crecer tu ego y te hace creer que eres mejor que otras. Porque en el fondo piensas que a mí, como a otros, eso le agrada, que en el fondo de mi corazón albergo la necesidad de que alguien como tú riegue la semilla de mi dominación.
Te equivocas, te equivocas, porque desde tu perspectiva no soy un dominante, soy el juguete que hay que alabar para hacer creer que en realidad tú eres mejor que nadie y nadie más podrá ser mejor para ti. ¡Quédate con tus recursos facilones, con tus escritos que rezuman sumisión ridícula, con las imágenes que añorarás de verdad! ¡Quédate a la vanguardia de la estupidez global en lo que has querido convertir todo esto! Que sean otros los que te guíen y disfruten de la publicidad gratuita de lo falso, de la marca artificial mientras yo, recompongo de alguna manera esta cadena que me has hecho romper. Porque el metal se puede fundir una vez quebrado, el corazón, no.
Wednesday