https://unoesloquemuestra.com
Seleccionar página

¿Y si cuando crees que estás saciado te das cuenta de que el hambre se hace aún más desesperante? El hambre genera desesperación y él nunca había sentido aquello. Peleaba por no desarmarse, por mantener esa infalible pausa entre las palabras y los actos, sonriente cuando había que estarlo, serio a veces, suavizando la mirada que tantos nervios producía. Creía ser entonces una simulación de lo que era en realidad. Pero ahí arriba, en la tabla por la que había transitado desde el navío de sus posesiones, curvada por el peso de las decisiones, el bravo mar, oscuro y profundo le daba una bienvenida temerosa.

Los pies descalzos se aferraban a la visión de aquellos dedos largos pintados de flúor intenso que en la oscuridad hacían filigranas en su mente y heridas en su espalda. Observando el pelo lacio mecido por el viento, tapando parte de su cara mientras los ojos sorprendentemente abiertos antes de que la vergüenza volviese a hacer que apartase la mirada. Entonces giró la cabeza y miró la oscuridad y la vio brillar como nunca antes lo había hecho. Sintió las manos frías en sus hombros, bajando por los brazos hasta sus manos, que apretó fuerte, transmitiendo el nerviosismo y el deseo. Después solo susurró, un aliento cálido, una invitación al desastre o al paraíso. Salta.

Sintió las cuerdas entre sus manos, arrodillado tras ella. Vestida con una camisa de cuadros, desabotonada y los ojos cerrados. Era él ahora el que susurraba deslizando las cuerdas que antes ella temía y respetaba y luego se ofreció a sentir por él. Abría la boca intentando masticar sus palabras precisas y eróticas erizando la piel de su cuello y apartando de las pestañas cualquier duda. Los nudos presionaban lo justo como le dijo, y los pezones endurecidos deseaban cierto tormento. Ajustaba los amarres como el marinero que fijaba su embarcación en el puerto para que ésta no se soltase en caso de marejada. Un viejo marinero pensó, y una joven sirena atrapada en unas redes que deseaba le fuera confortables. Cabo a cabo, terminó suspendida en un éter creado solo para ella donde podía apreciar la tersura de la piel aprisionada, los músculos en tensión y las fibras que rivalizaban con las propias cuerdas, la saliva mojando los labios hinchados y un olor perfecto que su entrepierna filtraba en emociones.

El tiempo se paró y todo se hizo eterno y perfecto.

 

 

Wednesday

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies