Los recuerdos de un dominante no se remontan hasta un punto concreto, ni tan siquiera sabemos que lo somos hasta que somos plenamente conscientes de cosas que antes desoíamos o que comparamos con los actos de la gente más cercana que tenemos alrededor. Algunos son inspirados, conducidos y enseñados para darse cuenta del poder que poseen. Normalmente uno descubre su potencial demasiado tarde para tener una vida de plenitud absoluta porque ya lleva muchos años entrenando para estar perfectamente mimetizado con la sociedad y sus valores, llevando sus deseos que para muchos son excesos y perversiones, en el más absoluto de los secretos.
Todo esto, genera rabia e ira que debe ser contenida de alguna manera. Cuando un dominante solicita antes de ordenar, que la paciencia es algo esencial y que debe convertirse en un estímulo natural y no al contrario, antes, ha tenido que comprender en si mismo que esa calma tiene que emanar de él mismo. Controlar el tiempo y los recursos y amoldarse a las situaciones es algo que tenemos que hacer con tanta naturalidad que a veces nos hace ser fríos y distantes. De hecho, alejarnos un poco para volvernos a acercar es una forma de alimentar esta trama donde la paciencia juega un papel imprescindible.
Pero todo este proceso de fácil tiene poco. Comprender, o mejor dicho, llegar a comprender el beneficio de esta paciencia ha desembocado un millar de veces antes en una rabia difícil de contener y que de alguna manera tiene que escapar. Esa rabia ha dañado en ocasiones, sobre todo cuando es acompañada por la ira. Normalmente eso sucede cuando no se está preparado, pero no voy a engañarme porque en alguna ocasión, superó todo mi control y explotó en mi cara. El deseo de cualquier dominante y de cualquier sumisa es tener el control absoluto de la mirada y con ella, o con un gesto, o con una suave voz, está todo dicho, todo ordenado, todo perfecto. Cada uno tiene su lugar y sabe que hacer. Los enfados por norma general en una relación D/s no llevan a ningún lugar.
A veces me cuesta horrores controlar esa ira, esa furia que en secreto soporto y que a veces me sobrepasa pero entonces, pienso en lo que soy capaz de hacer, en el sosiego que puedo llegar a transmitir con un gesto y reafirmo que en mi plenitud soy capaz de romper con cualquier cosa sin inmutarme, sin volver atrás y sin ningún tipo de complejo. A mi lado no está solo quien quiero que esté, está quien desea estar aceptando lo que soy y como soy, aunque eso pueda significar su propia destrucción.
Y esa rabia me consume para conseguir hacerte aún más fuerte y por consiguiente, hacerme más libre.