Los seres humanos son extremadamente complejos en sus pensamientos más simples. Lo primario es abandonado porque está confrontado a la razón. Somos seres esencialmente sociales que necesitamos unas pautas y unos valores estables y reconocidos por todos y en donde nos aclimatamos y adaptamos para llevar una vida feliz y completa. Casi siempre es un engaño. Cuando has vivido tanto tiempo bajo la luz y descubres que, aquella oscuridad que te acechaba desde siempre y que rechazaste porque no se adaptaba a ninguna de las normas establecidas te ha atrapado por completo, empiezas a respirar. La exudación de todos esos sentimientos abre una nueva forma de ver tu mundo y dando por supuesto que el de los demás te importa bien poco.
Bajo las escaleras no estaban ni los monstruos ni los fantasmas, estaba el olvido. Aquella vez no bajó. Se dio cuenta de que no hacía más que subir, en emociones, en sensaciones, en excitación y entonces, cada una de aquellas imágenes pervertidas que durante mucho tiempo fueron una tortura en sueño y vigilia, empezaron a ser tangibles entre sus manos. Se daba cuenta de que cada paso que daba menos profundo era el lugar de sus recuerdos pero más hondo era adonde quería llegar con ellos. Acariciaba los barrotes oxidados con las manos mientras sentía como era observada desde algún rincón de aquella inmensa jaula impregnada en deseo y humedad. Lo que antes era desesperación y generaba una innumerable lista de preguntas que sabía imposible poder responder, hoy solo le producía la excitación de la espera, de lo desconocido y sobre todo, de aquello que no estaba en su mano decidir. Por fin.
La respiración era pesada y rápida, la presencia imponente. Ella era Faye Dunaway, al límite del grito, pero con la necesidad de redimirse y curar las heridas de su bestia. Aquel miedo irracional se había transformado en un deseo tan abiertamente bestial que sentía como cada nervio de su ser quería ser arrasado por su bestia. Ella le quería así, no de otra manera, capaz de consumirla de un poderoso abrazo o de partirla en dos con aquellas manos ásperas y deliciosas. Al principio creyó que mirarle a los ojos era una afrenta imperdonable para luego comprender que le miraba con el deseo de que lo hiciese fuese aún más abominablemente salvaje. Porque la paz ya se la había dado al liberarla de aquella luz inmisericorde en la que había deambulado toda la vida. Ahora sólo quería devolverle el favor. Las manos arrancaron la ropa como si nada y por fin consiguió sentirse el objeto inerte de la naturaleza que siempre deseó. El cuerpo pesado se abalanzó sobre ella, violento, rápido y ella notó todo. El calor, el aliento, la brutalidad, el sexo desgarrador entrando por puro salvajismo dentro de ella y mientras, en su mente, la felicidad de sentirse útil por al menos una vez en la vida. Lloró de placer cuando se corrió sobre su bestia y se derrumbó cuando después del gruñido gutural él se derramó en su interior. Perdió el sentido al mismo tiempo que el control de sus piernas.
Al despertar su mano estaba junto a la de él, cuando la bestia se había transformado en aquello que más deseaba. Una bestia feliz y sonriente que ya estaba ideando la manera de devorarla y partirla por la mitad. Toda una vida merece ser vivida para despertarse así al menos una vez.
Wednesday