El disfrute de cada cosa única
Wa Los brazos caían con la misma ligereza que la seda del kimono que los adornaban. Los dedos, ágiles y precisos, colocaban los utensilios con dedicación y orden. El agua fresca rellenaba el mizusashi* y la tetera de cerámica estaba lista para recibir el Koicha**. El tiempo había desconchado parte del lustre y el blanco …