En la retaguardia
Era la única de ojos verdes. Quizá eso no fuera relevante, pero a ella, capaz de fijarse en los mínimos detalles, le llamó la atención. Aquella noche, ajena al estruendo del frente lejano aún de la gran urbe, golpeó la puerta con las manos enguantadas en encaje y seda negra. El sombrero no estaba fuera …