Interludio
Le entregó la cuerda. La soltó de su hombro, perfectamente enrollada, un lazo ambicioso la rodeaba, más tarde y como siempre, se mimetizaría con la piel. Sin ninguna palabra de acompañamiento, la sostenía con las dos manos por los extremos, como si fuesen las asas del recipiente de la entrega. Ella se sorprendió. Sabía lo …