Wednesday

Me pierdo en la tinta, en la que imprimo con furia sobre papel y en los colores de la que dibujan mis brazos escondiendo una piel y unas venas que rebosan energía y corretean por mi interior buscando algo que casi nunca encuentran. Las horas no se pierden mientras escudriño cada detalle y en ellos siempre …

A veces, las cosas acaban.

El dolor se acentuaba con sus silencios más que por sus golpes, por sus agravios más que por su violencia. El dolor físico era tolerable, a veces incluso placentero, pero cuando se equivocaba, cuando cometía el estúpido error de malinterpretar las cosas, cuando los celos arremetían irremediablemente en sus actos y la furia desatada poseía …

El navegante y su mar

No era marino, pero cada día, se hacía a la mar. Sentía las manos ásperas del tiempo asomarse cada amanecer a su ventana y como cada día, de manera rutinaria enjugaba los ojos aún húmedos de la galerna de la noche anterior. Cada amanecer, el mar, limpio, luminoso, azul y absoluto le saludaba, y él …

El frío y el calor

Era una mujer de contrastes. Siempre lo había sido, la sensaciones encontradas le apasionaban tanto que no tenía reparos en buscarlas allá donde pudiese hacerse con ellas. Él lo sabía, él conocía todo su ser y ella, estaba entregada a eso. Todo aquello lo pensaba mientras sentía las cuerdas deslizarse por sus muñecas, tensándose, inmovilizando …

Mármol frío

Resultaba tedioso vestirse para nada, dedicar tiempo a maquillarse con cuidado y perfección para sentarse en una mesa en la que tarde o temprano el aburrimiento acamparía en su regazo. Sin embargo entendía sus obligaciones y empezaba un ritual en que se auto convencía de que todo aquello lo hacía para sentirse bien consigo misma. …

Una misma cara para demasiadas cruces

Por la boca muere el pez y por nuestros deseos y anhelos aparece el dolor. A veces descontextualizamos la palabra para que adquiera un tinte heroico en la entrega. Si no hay dolor, si no se siente dolor, no la hay y si no se infringe dolor, no hay dominación. No es la primera vez …

En aquella espalda

Con el paso del tiempo ya no era necesario mirarse. Se sorprendían a veces con los olores y algunas sonrisas que parecían furtivas. Cuando ella se mordía el labio, sabía que él gruñía. Era instintivo y ambos lo sabían. Llevaban toda la vida jugando entre ellos y eso, había hecho que sus espaldas fuesen calcadas. Cada …

Esclava – I –

La cubierta del barco estaba desierta, el sol, intenso, secaba el agua y dejaba el salitre sobre la madera barnizada. Sus pies estaban descalzos, juntos y atados. La piel reseca no se hidrataba con el agua del mar, al contrario, se introducía entre las cuerdas que los mantenían sujetos a un mástil que hacía mucho …