En la ópera -II-
Cerró los ojos y el cinturón de la gabardina sirvió como una avanzadilla. Le hizo juntar las muñecas y rodeó la butaca haciendo un nudo firme. Intentó mover las manos y como siempre le sucedía, no pudo. Pasó una de las puntas del cinturón, la de la hebilla, por debajo de su culo y noto …