Cuando la tierra caía de sus manos, lo hacía con todo el sentido que su mundo podía darle. La simpleza de los movimientos, la cautela de sus dedos, colocando las ramas, arrancando hojas, invisibles tormentos que conseguían el fin determinado. La rectitud y la perfección. Se veía a si misma observándole con mirada hipnótica, observando sus movimientos danzando a través del aire, comprobando el motivo exacto y perfecto de cada una de las cosas que hacía. De vez en cuando se acercaba y susurraba algo, imperceptible y las hojas, los pétalos, se mecían distraídos y en silencio.

Otras veces cortaba y la savia manaba dolorosa, como si fuesen lágrimas, pero rápidamente sofocaba el dolor con sus dedos, cálidos y llenos de tierra. Se sentía hambrienta, el sol y la tierra no eran suficientes, sentía envidia de sus manos en otras flores, y su corteza, su piel, se sentía agrietada, gritando con desesperación. En alguna ocasión creyó observar como le miraba, camuflado en una piel marcada por las arrugas de la vida y la sangre de sus batallas, pero terminaba pensando que solo había sido una ilusión. El reflejo de un deseo introspectivo.

La primavera se acercaba, y la vida volvía a surcar sus venas, insuflando esencia, aromas y colores nuevos a su renovada presencia, el rocío de la mañana perlaba con imaginación los tendones de su imaginación y entonces, sin darse cuenta, sintió sus dedos acariciar con cariño inusitado su corteza dura que se deshizo en un instante, desnudando su vida y su mente, concentrando su alma en cada punto de contacto con la yema de sus dedos. Alzó la mirada y por fin pudo comprobar como esos ojos oscuros, negros y amenazantes solo transmitían seguridad. De su boca salió un susurro.

Demasiado tiempo a la intemperie, demasiado tiempo maltratada, demasiado tiempo sola estando rodeada. Nadie cuidó de ti en realidad y todos aprovecharon tu superficie para sentirse realizados. No creciste bien, no te enseñaron bien. Deja caer tus ramas, dámelas deslizando tus hojas como los dedos infinitos de la entrega y la sumisión. Déjame enseñarte como eres, y a donde perteneces.

 

Wednesday

Un comentario

  1. Y sólo así podré contarlo.