Hubo un tiempo en el que la búsqueda se fundamentaba en la suavidad del tacto, en la limpieza virginal de aquello que jamás había sido mancillado. Tenía su sentido, aunque fuese completamente erróneo. Crear, construir y destruir desde una hoja en blanco era, además de apetecible, un reto. La piel elástica e hidratada sobre la carne prieta y joven era un placer en sí misma. Sin embargo, cuando se acababa, cuando ya no había ningún rincón ni pliegue que no hubiese disfrutado a su antojo, le quedaba un vacío que nunca supo describir. Lo intentó sustituyendo esa piel por otra y vuelta a empezar, pero siempre terminaba en el mismo punto, un callejón sin salida al que regresaba una y otra vez. Quizá la culpa fuese suya, quizá no sabía cómo disfrutar de lo que al principio era un deleite y terminaba convirtiéndose en frustración.
El carmín rojo quedó marcado en la copa. Los labios carnosos se despegaban del cristal formando una película que dejaba las grietas marcadas de los labios. Luego el licor se expandía por ellos haciéndolos brillar. Aquella cara pálida, luz de faro en la noche le dejó pensativo. Durante unos minutos sólo se detuvo en los labios, en el carmín, en su brillo. Luego en la piel clara y el pelo negro. Por último, los ojos, profundos y escondidos en un maquillaje negro intenso. El pelo y el color del maquillaje ocultaban lo que más le importaba y ella sabía cómo esconderse de las miradas ajenas y no deseadas. No era miedo, pensó él, aquel rostro trasmitía algo diferente.
Entonces sonrió. Algún comentario cercano hizo que volviera a su realidad y acompañó el gesto con un movimiento de manos. Las uñas a juego con los labios, el pelo a juego con el vestido y la piel a juego con la vida. Hubiese podido pasar por una pinup sesentera sin mucha dificultad, por sus movimientos, sus gestos, sus enormes ojos abiertos por la sorpresa y subida en unos tacones altísimos. Se alejaba de todo lo que siempre había deseado y buscado. En algún momento de su vida entendió que había mucha más piel en blanco en alguien que había vivido mil vidas que en una que acababa de descubrir la luz del sol. Se sintió estúpido por la pérdida de tiempo, dedicación y esfuerzo, por querer asumir una posesión efímera cuando decir eres mía debería ser suficiente para borrar todas las marcas del tiempo y dibujar toda su experiencia en ella al instante.
Ninguno lo sabía en ese momento pero ya eran el uno del otro.
Wednesday