Cada uno de sus pies iba por un camino diferente, paralelos y separados por un muro infranqueable. A diario se centraba más en establecido, en el marcado como el correcto, en el que lo conservador le hacía sentirse fuerte y querida, respetada. Mujer, esposa, madre, sonriendo siempre y llorando a escondidas, soportando cada una de las paredes que nos hacen a todos en algún momento gritar que ya es suficiente. La mayor parte del tiempo era así, con las alegrías y los miedos, sobre todo los miedos.

Pero a veces, miraba de soslayo hacia el otro pie, el que caminaba ajeno a su vida rutinaria y bailaba al son de la presión punzante de unos dedos en su cuello. El mismo que saltaba cuando el latido de su corazón dividido se desbocaba o se paraba en seco y entonces cerraba los ojos y toda la rutina se desvanecía como el polvo y se convertía en cenizas sobre las que construir una vida diferente. Le duraba poco, al menos al principio, para volver de nuevo a ese camino establecido en el que la moral se convertía en unos hermosos cimientos que no servían de nada.

De noche se sobresaltaba acalorada, con la ropa fuera de su sitio y el corazón latiendo indómito. Se levantaba e iba al baño para ver su cara desencajada por el rubor de la piel y el placer en los ojos. Bebía agua recordando los sueños y cada día que pasaba más reales se convertían. Todo aquello le hizo entender que quizá, sólo quizá, el camino que llevaba no era el correcto. Cómo cojones iba a poder llevar esa dualidad, la que le completaba como ser humano pero que como mujer estaba absolutamente insatisfecha.

Las imágenes de ella cuidando, pero no como lo había hecho hasta ahora, de sentirse usada, arrastrada por el suelo, violada, atada, mancillada y destruida le hacían arquear la espalda tan sólo con tenerlas unos segundos en su cabeza. ¿Dónde iba a ir ahora? ¿Cómo iba a saber que hacer para no tener este vacío en su interior? Todo aquello estaba tan alejado de su verdadero yo que no sabía cómo manejarlo. Tan alejado hasta que apareció él.

Deja que tus pies te guíen, le dijo mientras se sentaba en un sillón a que ella tomase la decisión de darle la espalda o las bragas.

Wednesday