Una dama en la cama y una zorra en la cocina

No sabía si cuando freía huevos hacía una performance o me quería envenenar la hija de puta, pero conseguía sacar todos los posibles instintos asesinos que había en mi interior. No se quién le dijo que a los hombres se les conquista por el estómago y que si era una buena zorra, conseguiría lo que quisiese. Lo cierto es que ella se lo tomó al pie de la letra y realizo una perfecta mezcla del dicho y del hecho. Por contra, lo único que conseguía era ponerme de mala hostia e intoxicarme al mismo tiempo.

En la cama, cada vez que sacaba a pasear las cuerdas se comportaba como si un mugroso le acariciase la piel y la muy tonta despreciaba el hecho de que se lo iba a pasar de puta madre. En cambio, en la cocina no hacía más que insinuarme que utilizase los cuchillos Jinsum y los afilase en su entrepierna mientras con el pica hielo, le hacía unos cuantos piercings aquí y allí. Jessica Lange se moriría de envidia al ver la encimera llena de harina y sangre mientras las sábanas seguían inmaculadas porque la moza se metía entre ellas vestida como Sisi Emperatriz.

La hija de puta usaba una de mis fustas para dar vueltas a las sopas de mierda que me hacía mientras me enseñaba un plug de cristal insertado en su culo al levantarse el delantal. Desde luego no llevaba nada debajo. Me resultaba más fácil meterle mano entre el frutero que en la cama porque allí necesitaba una ingeniería y un master post grado para quitarle todas las putas capas de tela que llevaba encima. Cada día se me aclaraba más la mente y me apetecía probar la fiabilidad de los cuchillos atándola al frigorífico y lanzándoselos habiéndole puesto antes una cereza en la cabeza.

Creo que había visto demasiado Mujeres Desesperadas y cada día me recibía con un delicioso pastel de arándanos que solo se comería alguien después de haber estado quinientos días bebiendo su orina. Me ponía papelitos cerders por toda la casa y el latex era parte de su atuendo habitual. En cambio, al llegar la noche y cuando yo sacaba el látigo, ella se convertía en la Dama y yo me sentía como un vagabundo.

Esto de mezclar el vals nocturno con el death mañanero da que pensar.